«Fantasía» de Pardo Bazán y las cuatro
genealogías literarias
Emilio José Álvarez Castaño
Shandong University
Palabras clave
Pardo Bazán · Dante Alighieri ·
Genealogía de la literatura · Literatura Comparada
Sinopsis
«Fantasía» es una narración breve de Pardo Bazán inspirada en la Divina comedia de Dante. Teniendo presente que la obra del escritor florentino es un crisol de las cuatro genealogías literarias, se pretende comprobar de qué manera se puede mantener idéntico argumento sobre el relato de la autora gallega.
1
Introducción
Una de las aportaciones de la Crítica de la razón literaria (2017) de Jesús G. Maestro es el desarrollo de una
genealogía de la literatura que ofrece una clasificación de las obras
literarias dentro de cuatro grandes familias: literatura primitiva o dogmática,
literatura crítica o indicativa, literatura programática o imperativa y
literatura sofisticada o reconstructivista, un aspecto que se desarrolla en el capítulo
tercero del primer tomo. Ante la duda de si hay obras que puedan pertenecer a
más de uno de estos linajes literarios, Maestro ofrece el ejemplo de la Divina
comedia de Dante como crisol de las cuatro genealogías literarias (Maestro,
2018).
A partir de aquí, se pretende comprobar
de qué manera el relato «Fantasía» de Emilia Pardo Bazán supone otro ejemplo
similar, puesto que está inspirado en dicha obra de Dante. Así, la autora
gallega incluye una cuarta estancia en el más allá, que es el Limbo, y los dos
guías adultos que aparecen son literatos: un poeta suicida (para el Infierno y
el Purgatorio) y Torcuato Tasso (para el Cielo). A partir de aquí, se
comentarán otras particularidades que se presentan al respecto. Se trata de un
texto que pertenece a Cuentos de Navidad y Año Nuevo (1893), una obra
compuesta por otras dos narraciones breves, «La estéril» y «Vida nueva», que son
historias en las que las ideas de reconsideración y regeneración están
presentes, enfoque muy habitual dentro de las obras situadas en un ambiente
navideño y en el que «Fantasía» también hace una interesante aportación. Para comprobar
esto, se comentará, en primer lugar, el vínculo existente entre Dante y Pardo
Bazán, y, a continuación, se analizará la presencia de las cuatro genealogías
literarias en «Fantasía» tomando como hilo conductor los ejemplos que Maestro
(2018) cita de la Divina comedia.
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Dante y Pardo Bazán
La presencia de Dante en la producción
de Emilia Pardo Bazán se puede rastrear tanto en sus estudios de tipo
filológico como en su obra creativa, y, en concreto, también en algunas de sus
creaciones ambientadas en la Navidad. En el primer caso hay que señalar que
Pardo Bazán tradujo el canto XI del Paraíso (Muñiz, 2003: 101) y le
dedicó unas palabras a Dante en su estudio Los poetas épicos cristianos (1895).
Además, Pardo Bazán mostró su predilección por las grandes figuras de las
letras mundiales, entre las que se encuentra Dante en obras como La
literatura francesa moderna. El Romanticismo (1911) y El lirismo en la
poesía francesa (1921), y algunos de sus escritos periodísticos (López,
2015: 4-11). En lo que se refiere a su producción novelística es de destacar
cómo el tema de la bajada a los infiernos está presente en La tribuna (1883),
Los pazos de Ulloa (1886) y La sirena negra (1908), un elemento
que es deudor, en parte, de la épica clásica con Dante y que Pardo Bazán
utiliza de forma distinta en cada caso: en relación al mundo agrícola y
estacional, haciendo referencia a la cuestión psico-filosófica y al campo
socio-económico, respectivamente (Rodríguez y Kelly, 1975: 386). En esta línea,
hay que destacar que, en el verano de 1888, Manuel Curros Enríquez publicó su
obra O Divino Sainete, una parodia de la Divina comedia que,
además de defender el renacimiento gallego y hacer una crítica institucional,
también satirizaba a algunos enemigos personales, en concreto a Pardo Bazán la
acusaba de envidiosa. En 1891, Pardo Bazán escribió su cuento «Fantasía» que,
lejos de ser una respuesta directa a tal ataque, supone, entre otros aspectos,
qué se puede conseguir en una reescritura de la Divina comedia olvidando
el aspecto crítico y el tono ácido. La religiosidad es un aspecto inherente a
la obra de la escritora gallega. En lo que se refiere a sus cuentos, aunque
esta temática está presente principalmente en las series Cuentos de Navidad
y Año Nuevo (1893), Cuentos sacroprofanos (1899) y Cuentos de
Navidad y Reyes (1902), y también en otras colecciones y dispersos en
revistas y periódicos, lo religioso late en la mayoría de sus relatos. Además,
existe una intención didáctica que se transforma en muchas ocasiones en
estética, como se puede apreciar en Cuentos sacroprofanos (Sanmartín,
2002: 261). El mismo título es muy finisecular y refleja las contradicciones de
una época dominada por el llamado «problema religioso» (Hervás, 2010: 157). De
ahí que resulte significativo que, en el prólogo a dicha obra, indique que en
los relatos de ese volumen solo se pueden encontrar una imaginación católica y
la creencia firme en la existencia de una vida ultraterrena.
En el presente estudio se comprobará
que «Fantasía» no se queda únicamente en estos aspectos. La consideración de la
presencia de las cuatro genealogías literarias en dicho relato no solo
demuestra cómo este texto es un nuevo ejemplo que aglutina a estas familias,
sino que también añade unas singularidades que no se encuentran en Dante.
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Literatura primitiva o dogmática
Se trata de aquella literatura que se
fundamenta en componentes irracionales y acríticos, es decir, en saberes que se
basan en el mito, la magia, la religión y la técnica. Un ejemplo de ello son
los llamados libros sagrados de las religiones, como es el caso de la Biblia o
el Corán (Maestro, 2017: 233-234). En cualquier caso, la literatura de todos
los tiempos ofrece extractos o intertextos que muestran saberes acríticos o
irracionales, o bien entendidos estos de forma figurada (Maestro, 2017: 234).
En la obra de Dante, el ejemplo que se puede encontrar no lo es literalmente
porque la sociedad de su época no es primitiva (Maestro, 2018). Teniendo
presente este matiz, si hay un pasaje que se puede identificar con este tipo de
literatura es el final del Canto XXXIII del Paraíso, en el que se lee:
En la profunda y clara subsistenciaDe la alta luz tres giros distinguíaDe tres colores y una continencia;Cual iris de iris, uno parecíaReflejo de otro, y el tercero un focoQue de uno y otro por igual venía (Alighieri 594).
Por tanto, es el encuentro de Dante con
la Santísima Trinidad, es decir, la visión del dogma, algo difícil de entender
para la mente humana y, en consecuencia, mucho más complejo de explicar.
Si el caso de Dante es el indicado anteriormente
en relación a las sociedades primitivas, una situación similar se tiene en
Pardo Bazán. Con la misma salvedad indicada en Dante, en «Fantasía» se puede
encontrar un ejemplo de la literatura primitiva o dogmática en la descripción
que hace la narradora sobre el nacimiento de Cristo, del que le dicen que lo va
a ver tal como ocurrió. De tal manera que, en el momento del alumbramiento, se
lee: «La claridad me cegaba: maravilloso hormigueo sideral, inmensa vía láctea
de estrella, subía desde la gruta, centelleando y vertiendo océanos de lumbre
blanca, entre los cuales sólo se distinguía un Niñito recién nacido, más
luminoso que el sol, rodeado de una aureola de rayos…» (Pardo Bazán, 1956:
1382). Pero se trata de una luz tan poderosa que sus ojos humanos no la pueden
soportar, a lo que Torcuato Tasso le indica que tal luz no existe sino que es
la forma en la que lo percibe su mente humana ya que no es capaz de comprender
lo que está sucediendo. Es decir, de nuevo, la inefabilidad ante la
incomprensión.
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Literatura programática o imperativa
Este tipo de literatura supone el
desarrollo de programas políticos fundamentados acríticamente respecto a sí
mismos pero desarrollados desde criterios racionales. Es decir, es un
racionalismo acrítico, como el que incluyen la pseudociencia, la ideología, la
tecnología y la teología (Maestro, 2017: 245). Es el caso de la literatura utópica,
como el Emilio de Rousseau, mientras que en la Divina comedia el
principio del Canto III del Infierno es un ejemplo de esta literatura conforme
al orden teológico (Maestro, 2018), cuando en la puerta de dicho lugar se lee:
Por mí se va a la ciudad doliente,Por mí se va al eternal dolor,Por mí se va con la perdida gente.Fue la justicia quien movió a mi autor,El divino poder se unió al crearmeCon el sumo saber y el primo amor.En edad sólo puede aventajarmeLo eterno, mas eternamente duro,Perded toda esperanza al traspasarme (Alighieri 14).
Se trata de una literatura que responde
a un programa imperativo. Es decir, es necesario seguir la teología escolástica
para poderlo entender.
En «Fantasía», el lector encuentra, en
primer lugar, a una narradora que, al igual que la propia Pardo Bazán, es una
católica convencida. Por ello, pese a estar cómodamente en su casa después de la
cena de Nochebuena, piensa que es su deber acudir a la misa de Gallo en la
catedral. A partir de aquí, se encuentra un planteamiento similar al de Dante en
lo que se refiere a la idea de profundizar en sus creencias sobre los Novísimos.
A diferencia de Dante, los guías que aquí aparecen están vinculados a los
espacios que presentan, dependiendo de lo que merecieron en vida. Por eso, el
poeta suicida, cuando refiere su muerte, afirma: «¡Ojalá detrás de ésta no hubiese
encontrado sino la nada!» (Pardo Bazán, 1956: 1373), puesto que la realidad que
ahora vive es mucho peor que la que él pensó. De todas formas, puesto que la
narradora conoce este escenario en el único momento del año en el que no hay
tormentos, se evitan aquellas descripciones más crudas. Más tarde, en el Cielo,
cuando Tasso le muestra Jerusalén a la protagonista, le dice que allí están los
bienaventurados llenos de gozo y que ella ya debe saber eso por San Anselmo
(Pardo Bazán,
1956: 1380), considerado el padre de la escolástica (Grant, 2004: 56). Donde
hay un añadido en relación a Dante es en la consideración que le merece el Limbo.
El poeta florentino lo sitúa en el primer círculo del Infierno, donde también
incluye a aquellos adultos bautizados que llevaron una vida recta, e indica que
Jesucristo toma de este lugar numerosas ánimas (Infierno, canto IV). Pardo Bazán, por su parte, sigue aquí
las ideas de san Alberto Magno (c. 1193-1280), a quien le pareció cruel la idea
de niños en el Infierno y que, por tanto, se imponía la lógica de la existencia
del Limbo, argumento que siguió Tomás de Aquino (1224-1274), su discípulo
(Antequera, 2007: 510). Por tanto, dentro de la literatura programática
o imperativa, Pardo Bazán, aunque difiere de Dante en este punto, no deja de seguir
a la escolástica.
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Literatura sofisticada o
reconstructivista
Es aquella literatura que se desarrolla
críticamente pero desde componentes presuntamente irracionales o que aparentan
fuertes irracionalismos (Maestro, 2017: 283), como ocurre dentro del teatro de
Shakespeare. En este sentido, el canto XXXIV del Infierno de la Divina
comedia describe el encuentro con Lucifer. Es una reconstrucción puesto que
no todo el mundo puede ver a Satanás (Maestro, 2018), de tal forma que Dante,
al contemplarlo cara a cara, dice:
El césar del imperio dolorosoDe medio cuerpo arriba se mostraba;Y más me comparaba yo a un colosoQue un gigante a sus brazos comparaba:Calcula cómo el todo ser debíaQue con tamaña parte concordaba (Alighieri 186-187).
Dante hace saber entonces su
perplejidad ya que el resto de la descripción indica que Lucifer tiene tres
caras, dos grandes alas y trituraba con cada una de sus bocas a un traidor:
Judas Iscariote, Bruto y Casio, quienes pasan por ser los tres grandes
traidores de la historia de la humanidad. Es decir, se critica el mal en la
figura del traidor.
De forma similar a la que en las obras
de Shakespeare Hamlet ve al fantasma de su padre fallecido, en Macbeth
aparecen tres brujas o Desdémona resucita en Othello durante un momento
para hablar, «Fantasía» presenta cómo lo primero que percibe la protagonista
cuando sale a la calle es un bulto embozado y fantasmal que ella acaba
identificando con un poeta que conoció siendo niña y que se suicidó. A pesar
del carácter irracional de la situación, la narradora decide seguirlo, tal y como
él se lo pide. Otro ejemplo de
este tipo de literatura que muestra este relato se encuentra en la visión de
Jerusalén que se ofrece en la estancia celestial tras coger la protagonista una
hoja de la corona de laurel de Torcuato Tasso. Este le dice que la ciudad es
tal cual la describieron los autores místicos, un lugar en el que se encuentran
los bienaventurados. Es decir, no deja de ser una imagen fantástica de un lugar
que nadie ha contemplado.
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Literatura crítica o indicativa
Es aquel tipo de literatura que se
desarrolla racional y críticamente y que se basa en el racionalismo, la
desmitificación, la ciencia y la filosofía. El ejemplo más claro se encuentra
en las obras que forman parte del actual canon literario (Maestro, 2017: 238),
siendo El Quijote la expresión más sobresaliente. El protagonismo de
este tipo de literatura recae en el ser humano (Maestro, 2017: 239). En el
mismo Infierno de la Divina comedia se está criticando el comportamiento
de muchas personas. En concreto, en el círculo segundo, canto V, están los
lujuriosos, donde se encuentran Paolo y Francesca. Ella responde a la pregunta
de Dante sobre el motivo por el que están allí de la siguiente manera:
Cómo el amor a Lanzarote hiriera,Por deleite, leíamos un día:Soledad sin sospechas la nuestra era.Palidecimos, y nos suspendíaNuestra lectura, a veces, la mirada;Y un pasaje, por fin, nos vencería.Al leer que la risa deseadaBesada fue por el fogoso amante,Éste, de quien jamás seré apartada,La boca me besó todo anhelante.Galeoto fue el libro y quien lo hiciera:No leímos más desde ese instante (Alighieri 28-29).
Por consiguiente, se critica
racionalmente una serie de hechos por parte de los propios protagonistas que lo
ejecutaron. Además, se trata del primer caso de la literatura mundial en el que
un personaje vio cambiada su vida tras leer un libro, mucho antes de que le
ocurriera a Don Quijote. Al hacer que unos personajes de un libro influyan en
otros y que su obra afectase a sus lectores, Dante estaba dando lugar al primer
caso de metaliteratura (Calvino, 1991: 57), de la que se comentarán más
detalles con posterioridad.
En «Fantasía»,
al ser un texto de menor extensión, Pardo Bazán no entra en dar todos los
detalles que ofrece Dante sobre la situación en la que se encuentran los seres
que habitan estos espacios de ultratumba. Además, en lo que se refiere al
Infierno, se trata de la única noche del año en la que cesan los tormentos, de
ahí que, básicamente, se ofrezca una enumeración de quiénes se encuentran allí,
como es el caso de los indiferentes, los culpables por la pasión, los golosos, los
avaros, los epicúreos materialistas, los herejes. El único que no tiene paz esa
noche es alguien que cometió un homicidio en Nochebuena. Sobre la segunda estancia, el Purgatorio, se indica lo siguiente: «En
el Purgatorio se vive delirando. Esto es un semillero de inventores, de
descubridores, de escritores, de artistas, de locos sublimes que todo lo quieren
transformar, regenerar y embellecer» (Pardo Bazán, 1956: 1375-1376). Pero,
además, hay que destacar el aspecto crítico que desarrolla cuando se encuentra
con Margarita, haciendo ver que Goethe se equivocó situándola en el Paraíso ya
que hay diferencias entre lo que opina una persona, lo que sentencia la
sociedad y finalmente lo que disponen los poderes eternos. En el Limbo, por su
parte, están los niños jugando y, entre otros, se encuentran un avaro, un
adorador de animales, un enamoradizo, una madre frustrada. Es decir, viven «un
Destino figurado por el juego» (Pardo Bazán, 1956: 1379), por lo que ni
siquiera los pequeños que aquí están se libran de cierta crítica.
Además, las cuatro estancias del más allá que se presentan lo
hacen por oposición a las habituales creencias humanas al respecto. De tal forma que el Infierno no tiene
ese nombre sino Mundo inferior y su rey no es el Demonio sino el Bajísimo.
Asimismo, la protagonista queda informada de que esa noche, al ser especial, es
el único momento del año en el que no hay tormentos, según se acaba de apuntar.
Luego, en el Purgatorio, más allá de las representaciones artísticas en las que
se señala que es un lugar en el que hay fuego, la narradora aprende que ese
fuego lo padecen los que se encuentran allí de manera interna. Después, verá
que el Limbo no es un lugar ideal, sino que está presidido por la ignorancia al
no haber tenido una experiencia vital los niños que allí se encuentran, de ahí
que juegan a ser los adultos que pudieron ser. Ya en la última estancia,
Torcuato Tasso, como hizo antes el otro poeta, censura a la narradora, en este
caso sobre su percepción del Cielo. En primer lugar, la corrige sobre el nombre
que reciben los humanos allí, que no están desterrados, puesto que tienen un
lugar en el que estar, sino enterrados, en comparación a la verdadera
vida que les puede esperar. Y esa nueva vida no es monótona sino inefable
puesto que la mente humana no puede captar ni siquiera una pequeña parte de
esta. Pese a ello, le ofrecerá distintos ejemplos procurando que estén al
alcance de su comprensión, para que los tome como futuros modelos en su vivir.
Pero de todos ellos, la narradora prefiere un ejemplo relacionado con las
letras, un aspecto de tal importancia en todo el texto de Pardo Bazán que
merece que se le dedique un apartado específico.
7
Metaliteratura
Uno de los objetivos de los guías es
familiarizar a la protagonista de «Fantasía» con los distintos espacios que
visita durante la Nochebuena, pero también hay otro fin que tiene relación con
la metaliteratura.
Así, el poeta suicida, dentro de su
labor, se presenta como el sucesor de Virgilio, al que alude en dos ocasiones.
Más adelante, cuando la protagonista muestra su rechazo a ir al Infierno, le
persuade aludiendo a un argumento metaliterario. Así, le dice: «Si no
descendieres al mundo inferior —contestó mi guía, mirándome de pies a cabeza
con desdén glacial—, serás inferior tú misma. Quien no realiza la bajada a los
Infiernos, que no se tenga por artista humano. Peor para ti si retrocedes. Ya
me sospechaba yo que tendrías miedo» (Pardo Bazán, 1956: 1373). Y el poeta
continúa su parlamento explicándole lo que va a ver y por qué para, al final,
invitarla a seguirle. Aunque la protagonista justifica su decisión por la
curiosidad que le despierta ver algo novedoso, en realidad también se puede
colegir un deseo por ser mejor escritora.
Ya en el Purgatorio, es informada de que es
lugar habitual de escritores y artistas, entre otros, algo a lo que se aludió
con anterioridad, como es también el lugar de algunas de las creaciones de
ciertos literatos, de ahí que se encuentre la Margarita del Fausto de
Goethe, quien corrige la versión que dio sobre ella el propio escritor alemán.
Y si hay un poeta presentando el Infierno y
el Purgatorio (donde también está el personaje literario recién indicado) y
otro poeta es quien presenta el Cielo, puesto que en el Limbo es complejo
encontrar a alguien de similares características que haga esta labor, quien
servirá de guía aquí será un niño con deseos de trascendencia (terrenal, en
este caso), un personaje que se siente diferente al resto de los otros niños
que se encuentran allí, por eso está en un lugar aparte y procura no tratarse
con ellos, siendo este un hecho del que la protagonista también deberá sacar
una enseñanza. Pero podrá llegar a las conclusiones cuando acabe de visitar el
Cielo.
Es significativo que en el Cielo la
protagonista comienza a ver las maravillas que le quiere mostrar Torcuato Tasso
cuando este le da una hoja de la corona de laurel que adorna su cabeza, como
forma de mostrarle el camino a seguir. Ante la primera imposibilidad de
comprensión cuando le muestra la imagen de Jerusalén, el poeta quiere acercar
la realidad celeste por medio de las artes y la narradora del relato pide que
no le ponga ejemplos del mundo de la música, sino de las letras. Y con todo
ello, llega a la conclusión de que la beatitud consiste en «no interrumpir,
sino completar la actitud del pensamiento, ensanchar la esfera del goce
estético» (Pardo Bazán, 1956: 1381). Es decir, ya está uniendo su deseo de mejora
espiritual con el crecimiento literario.
El hecho de que en las cuatro estancias
de los Novísimos aquí referidas la protagonista encuentre algo llamativo de lo
que aprender está invitando a una posición activa en relación a tener un
conocimiento justificado sobre aquellas creencias que se defienden y no a
repetir lo que alguien dijo, aunque sea en un libro, como sucede cuando duda
sobre la veracidad de las obras historiográficas.
Pero en Pardo Bazán, además, se
encuentra la labor como escritora. En la Divina comedia, aunque Dante le
reconoce a Virgilio que ha estudiado en profundidad su obra, acepta el viaje
que este le propone para escapar del acoso de las fieras. Por su parte, la
narradora de «Fantasía» accede a una experiencia extraordinaria gracias a su
pasión por la literatura, lo que hace que sea un poeta quien la aborde
pidiéndole que lo siga. Una actitud muy diferente a la de Virgilio, quien
permanece pasivo y espera que sea Dante quien se dirija a él. A diferencia de
Paolo y Francesca, que siguieron un mal ejemplo que tomaron de un libro, la
protagonista de Pardo Bazán tiene la oportunidad de revisar sus conocimientos y
creencias y poder mejorarlos. Además, en la Divina comedia, Virgilio,
después de enseñarle a Dante el Infierno y el Purgatorio, da paso a que sea
Beatriz quien le muestre el Paraíso, lo que se ha interpretado como el paso de
la razón a la fe (Stone, 2006: 131) o el paso de la cultura clásica a la
entonces moderna (Barolini, 2006: 364). Pero en el relato de Pardo Bazán es un
poeta el que sucede a otro, con el lapso del niño en el Limbo, siendo el
primero de ellos quien dice que para ser un verdadero artista hay que bajar a
los infiernos. Es lógico que, en ese proceso, se tengan que purgar ciertos
aspectos y que, en consecuencia, se mantenga una esperanza por acceder a un
estado superior, pero el hecho de vivir va a implicar dolor. Una vez que se
supere todo ello se podrá alcanzar una esfera de mayor trascendencia. Para
Pardo Bazán, el crecimiento literario va unido al crecimiento personal y espiritual,
un duro camino que recorrer en el que, como le ocurre al guía infantil, puede
suponer diferenciación y aislamiento, pero sin la arrogancia que este
demuestra, para que cuando se complete el conjunto de toda la obra pueda ser
tan bello como la gloria última que se pretende alcanzar.
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Conclusión
Con la salvedad hecha en relación a la literatura primitiva o
dogmática, válida tanto para Dante como para Pardo Bazán, «Fantasía» es un
relato que, siguiendo a la Divina comedia, ofrece ejemplos de las cuatro
genealogías literarias. En el caso de la literatura crítica o indicativa, la
narradora señala aspectos que se pueden mejorar en las facetas personal,
espiritual e intelectual, y, de manera añadida, hace una reflexión metaliteraria.
En «Fantasía», Pardo
Bazán admite que hay libros que llevan a actuar de manera equivocada, como les
sucedió a Paolo y Francesca; algunos que contienen información incorrecta, como
es el caso de numerosos libros de historiografía; y otros que no responden a la
realidad, como lo que Goethe contó sobre Margarita. Todo ello implica que se
tengan conocimientos erróneos, por lo que invita a crear un camino propio,
defiende la ligazón del mundo personal-espiritual con el artístico y muestra su
pasión por la literatura haciendo que los dos guías adultos de su narración
sean poetas, y que el guía infantil tenga también una aportación en ese sentido
dentro del mensaje metaliterario que quiere transmitir. De igual forma que
Beatriz le encarga a Dante escribir toda la experiencia que ha vivido para el
provecho de otras personas, la protagonista de «Fantasía», sin que nadie se lo
comente, se siente en la posición de compartir con el lector su particular
viaje espacio-temporal. La falta de originalidad en la justificación onírica
final es un aspecto de menor relevancia en tanto que ella se presenta también
como una nueva guía que propone críticamente un aspecto de mejora para la
generación contemporánea y las futuras en el que incluye una clara reflexión
metaliteraria.
Bibliografía
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