Jesús G. Maestro
El futuro de la teoría de la literatura.
Una superación científica y filosófica de la posmodernidad y sus límites.
Madrid, Visor Libros, 2019, 256 pp.
ISBN 978-84-9895-216-2
Reseña de Sven Saberbein Guzmán
Jesús
G. Maestro expone los criterios gnoseológicos (científicos y
filosóficos) que el Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura
utiliza para el estudio crítico de la Literatura, establece el lugar de la
Teoría de la Literatura como ciencia de acuerdo a la Teoría del Cierre
Categorial de Gustavo Bueno y especifica cuidadosamente la terminología y los
procedimientos metodológicos operatorios que la constituyen. A su vez, impugna
las premisas teóricas posmodernas que han conducido a la crítica literaria
actual por el camino del nihilismo y la pseudociencia, condenándola al
servilismo ideológico gremial y político, situación a la que califica como
hundimiento de la teoría literaria.
Maestro
dedica el primer apartado del texto a señalar algunas razones por las que el
tratamiento gnoseológico de los estudios literarios es actualmente una
necesidad urgente. Explica que la debilidad del planteamiento epistemológico
(criterio de oposición entre sujeto y objeto) ha derivado inevitablemente en
reduccionismos (descriptivistas, teoreticistas y adecuacionistas) que resultan
insuficientes e ineficaces para la labor teórica y crítica de la literatura, por
no ser capaces de explicar dentro de su metodología la diferencia entre su
contenido fenomenológico y su contenido conceptual; deficiencia que ha
permitido la formalización de términos con referentes materiales inexistentes,
como el inconsciente freudiano, y conceptos irreales como el «todo es texto» de
Derrida. Frente a esta situación, Maestro presenta una teoría literaria basada
en el planteamiento gnoseológico (criterio de conjugación entre materia y
forma) y fundamentada en la teoría del conocimiento científico de Gustavo
Bueno (Teoría del Cierre Categorial) que parte siempre de hechos
materiales para argumentar toda preposición teórica y conceptual presentada.
[…] el Materialismo Filosófico pretende ser más eficaz y profundo que otras metodologías, no solo porque se enfrenta al examen de los materiales literarios de un modo crítico y dialéctico, y no retórico y cortés, sino porque sobre todo ofrece instrumentos de análisis de las disciplinas literarias mejor desarrollados y más precisos que los de otras corrientes alternativas, cuyos puntos de apoyo no son los materiales literarios, sino las ocurrencias fenomenológicas de tales o cuales intérpretes, autocalificados de modélicos o ideales, o de tales o cuales gremios autistas, o minorías imperialistas, que vierten sin cesar sobre la realidad de la literatura las secreciones de su psicologismo gregario e ideológico. La literatura no puede ni debe ser el vertedero de las ideologías. La literatura no puede interpretarse racionalmente, y aún menos científicamente, desde el psicologismo del yo (la egolatría de las impresiones personales) o desde la ideología del nosotros (el egoísmo colectivo de las presiones gremiales), sino que ha de ser interpretada y comprendida desde la realidad de los materiales literarios, los cuales exigen, para poder ser analizados con rigor y capacidad, una educación científica y sistemática.
Antes
de desarrollar en profundidad los términos que constituyen la gnoseología como
ontología de la ciencia y la Gnoseología de la Literatura en
particular «como ciencia categorial destinada al conocimiento científico
de los materiales literarios», el autor determina claramente conceptos como ciencia,
teoría, filosofía, cultura, verdad, entre otros que
serán de suma utilidad para la comprensión de las ideas desplegadas
posteriormente. La precisión y el fundamento gnoseológico de las definiciones
presentadas consigue desmitificar y dar luz respecto a términos que las teorías
posmodernas suelen usar erróneamente y manipular hasta el hastío. Maestro dedica
un trato especial a la idea de cultura para permitir al lector la observación
de los contenidos y límites del término, y apuntar la larga lista de
detrimentos que ha provocado en los ámbitos académicos.
Luego
de este punto, Maestro presenta, de acuerdo con las ideas de Bueno, una
periodización histórica de las ciencias en la que señala las concepciones de
ciencia que se han ido gestando a través de la evolución de las practicas
científicas, con el objeto de señalar y demostrar la influencia de los
paradigmas de pensamiento imperantes en la estructuración de las teorías
literarias en cada época.
Ontología
y gnoseología de la literatura
El
segundo apartado se centra en hacer comprensible, sin lugar a dudas, la
distinción entre epistemología y gnoseología. Mientras que la epistemología es
una teoría del conocimiento en general que se fundamenta en el criterio de
oposición sujeto / objeto, la gnoseología es una teoría del
conocimiento científico que se establece en el criterio de conjugación materia
/ forma. De modo que, entre las muchas diferencias metodológicas y
conceptuales que tienen ambos procedimientos para enfrentar la realidad,
existen dos que resultan definitivas. La epistemología nos remite a una
ontología idealista cuyo concepto de ciencia está estructurado a partir de
paradigmas culturales y sociológicos. Opuesta a la gnoseología, que remite a
una ontología materialista, y que plantea el concepto de ciencia como una
construcción operatoria de la realidad:
Una ciencia es una construcción objetiva y funcional, esto es, ontológica y operatoria, cuyo funcionamiento gnoseológico desborda siempre los fines instrumentales que la hicieron posible. Las Ciencias no representan un conocimiento, sin más —y aún menos una cultura—, sino que construyen una nueva realidad a partir de realidades preexistentes.
Maestro
desarrolla ampliamente la ontología materialista aplicada a los materiales
literarios en el texto Ontología de la Literatura. No obstante,
apuntaremos aquí, en líneas generales, que la ontología materialista distingue
tres géneros de materialidad: corpórea (M1), psicológica (M2) y conceptual (M3),
las cuales, organizadas en symploké, constituyen la realidad
formalizada gnoseológicamente (Mi) (mundo interpretado). De este modo, la
aplicación del razonamiento ontológico materialista, en la materia literaria
debidamente formalizada, permite identificar con suma claridad los tres géneros
de materialidad estudiados gnoseológicamente: la materialidad literaria
corpórea (M1), perceptible en los signos lingüísticos tanto
orales como escritos; la materialidad literaria psicológica (M2), perceptible
en los contenidos ficcionales y las emociones, capaces de suscitar en la
experiencia fenomenológica de la lectura; y la materialidad literaria
conceptual (M3), perceptible en las formas literarias formalizadas por
la teoría literaria y en el sistema de ideas que pueden interpretarse mediante
la crítica literaria.
En
este sentido Maestro remarca una oposición absoluta con de las teorías
literarias posmodernas, que son incapaces de registrar en su metodología los
sistemas de ideas (M3) contenidos en los materiales literarios. Para Barthes,
Derrida y Foucault la Literatura no puede ser más que escritura cargada
de emociones (M2) incompresibles e inexplicables, que la mente humana solo es
capaz de comunicar a través de metafísica, retórica e ideología, algo
totalmente inaceptable para la teoría de Maestro, quién demuestra que la
Literatura es inteligible y la interpretación literaria ha de usar conceptos
operatorios capaces de identificar sistemas de ideas en las obras literarias.
El Materialismo Filosófico como teoría literaria estudia la realidad tal como está formalizada y construida poética, filológica y semiológicamente en términos literarios, es decir, interpreta la realidad de la Literatura, cuyo referente es ―no puede olvidarse― la realidad humana, y lo hace desde la organización filosófica de las Ideas, esto es, desde criterios racionales, lógicos y dialécticos. Por eso es completamente cierto y coherente afirmar que la literatura está hecha de realidades. Si no sucediera así, no sabríamos a qué se refiere una obra literaria, ni de qué nos habla, ni siquiera sabríamos decir cuáles son sus contenidos.
Esta
estructura lógica materialista permite la construcción de una idea de ficción
completamente innovadora, un tremendo paso en la evolución de los estudios
literarios: ficción y realidad son conceptos conjugados, no dialécticos.
Espacio
gnoseológico
Maestro
continúa con la exposición del espacio gnoseológico de acuerdo con la Teoría
del Cierre Categorial de Bueno y, a su vez, construye el Espacio Gnoseológico
del Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura. El espacio
gnoseológico está compuesto por tres ejes: sintáctico, semántico y
pragmático, cada uno de ellos articulado en tres figuras gnoseológicas.
El
eje sintáctico está constituido por Términos, Relaciones y Operaciones. Los
Términos son aquellas partes debidamente formalizadas y relacionadas que
constituyen ontológicamente los materiales manipulados por una ciencia. En el
caso de la teoría de la literatura son Términos las obras literarias, los
signos lingüísticos usados en ellas, los conceptos de narrador, fábula, soneto,
función narrativa, etc. Dado que los Términos están formalizados a partir de
signos, Maestro presenta la idea materialista de signo como la materialidad
conceptual (M3) que remite a un referente físico (M1) y que puede implicar (o
no) determinados contenidos psicológicos que el operador le atribuye (M2),
permitiendo la identificación de los signos de acuerdo a su valor semiótico
(operatorio), que pueden ser: idealistas, conceptuales o retóricos. Las
Relaciones son las vinculaciones lógicas (formales y materiales) que se dan
entre los términos de un campo categorial y que un sujeto gnoseológico puede
identificar y manipular. Estas conexiones permiten sintetizar términos y
construir nuevas figuras gnoseológicas, como teoremas, axiomas y teorías
(construcciones proposicionales). Las Operaciones son las acciones ejecutadas
por el sujeto gnoseológico que consisten en la manipulación de las relaciones
entre términos mediante el proceso de progresus (partir del fenómeno y
estructurarlo en conceptos e ideas) y regresus (a partir de esas ideas
regresar al fenómeno y reconstruirlo) con el fin operatorio de construir nuevos
términos de un campo categorial (construcciones objetuales), que pueden ser
analíticas o sintéticas.
El
eje semántico está constituido por Referentes, Fenómenos y Esencias o
Estructuras. Los Referentes son los componentes corpóreos (M1) de un campo
categorial. En el campo de la literatura hablaremos de signos lingüísticos,
libros impresos, libros digitales, autores, obras, lectores, transductores,
etc. Estos elementos son siempre materiales corpóreos operables formalizados en
términos conceptuales, cualquier intento teórico de formalizar referentes sin
existencia corpórea (como la «huella» derridiana) es un fraude, porque no se
puede operar con elementos inexistentes. Los Fenómenos son los hechos,
constituidos por referentes corpóreos, percibidos por el sujeto operatorio en
un nivel sensible o subjetivo. Debe entenderse el término fenómeno según la
perspectiva helénica: como percepción sensible (M2) de un hecho con características
particulares y que puede racionalizarse en términos esenciales inteligibles (M3);
no como lo entiende el idealismo kantiano, que presenta al fenómeno como
manifestación material de una verdad inmaterial metafísica llamada noúmeno.
Los fenómenos sensibles (M2) se presentan de modo que el sujeto ejecuta
operaciones sobre ellos para establecer términos que los definen de forma
inteligible (M3) (construcciones objetuales). A su vez, los fenómenos
entendidos como términos son susceptibles de relaciones a partir de las cuales
el sujeto gnoseológico puede construir conceptos operatorios (M3). En cuanto al
campo de la Literatura, es fenoménico todo aquello presentado por la ficción y
las experiencias psicológicas (M2) que éstas puedan evocar en el ejercicio de
la lectura de un texto, y que a su vez pueden racionalizarse en la
interpretación inteligible (M3) de sus esencias o estructuras, en el contexto
de un ejercicio crítico. Las Esencias son las ideas y conceptos (M3) que forman
parte del fenómeno y constituyen la racionalización inteligible de sus
referentes corpóreos. Esta materia conceptual (M3) permite al sujeto
gnoseológico manipular operatoriamente los fenómenos y referentes para
reconstruir, transformar y explicar sus partes como identidades sintéticas,
esto es, verdades categoriales (construcciones proposicionales), las cuales rebasan
la percepción fenomenológica y psicológica de modo que se constituyen de forma independiente
del sujeto gnoseológico, quien en un principio las ha operado o intervenido. En
la Literatura, las esencias o estructuras son accesibles mediante el estudio
teórico y crítico (M3) de los fenómenos literarios (M2).
El
eje pragmático está constituido por los Autologismos, Dialogismos y Normas. Los
Autologismos son las operaciones gnoseológicas ejecutadas a título personal,
implican tanto funciones creativas como interpretativas, sensibles e
inteligibles del sujeto gnoseológico en un campo de conocimiento científico.
Los Dialogismos son operaciones creativas e interpretativas, sensibles e
inteligibles, ejecutadas por un grupo humano o gremio con características
particulares, que lo distinguen de otros grupos con los que interactúa
dialécticamente dentro de un campo de conocimiento. Y las Normas constituyen un
sistema de regulación lógico de las operaciones creativas e interpretativas, que
se obtienen a partir del enfrentamiento dialéctico de las operaciones
autológicas y dialógicas, y que constituyen las verdades categoriales asumidas
en cada momento histórico, siempre en constante evolución. En los estudios
literarios, las normas son la preceptiva canónica del ejercicio creativo e
interpretativo de la Literatura.
Principios
gnoseológicos en el conocimiento de la Literatura
En
el tercer apartado Maestro desglosa la explicación del espacio gnoseológico de
la literatura con insuperable cuidado, presentando el contenido de cada uno de
los conceptos constituyen en conjunto el instrumental teórico con el que
operará (material y formalmente) la crítica literaria del Materialismo
Filosófico como Teoría de la Literatura.
El espacio gnoseológico es, pues, el lugar que ha de ocupar la Literatura como objeto de interpretación de la Teoría de la Literatura. Diríamos, en suma, que es la sala de operaciones, el quirófano, de la Literatura (teniendo en cuenta que el científico es aquí un cirujano, no un forense, porque, como se ha dicho, la interpretación literaria no es una autopsia, desde el momento en que la Literatura no es un fósil ni el intérprete un arqueólogo: la Literatura es una materia viva, y el crítico un sujeto que vive en el mundo presente y está en contacto con las realidades materiales que le rodean y de las que él mismo forma parte).
Modos
gnoseológicos del conocimiento de la literatura
En
el cuarto apartado, Maestro da cuenta, según el pensamiento de Bueno, de los
modos de conocimiento científico trascendentes ―Descriptivismo,
Teoreticismo, Adecuacionismo y Circularismo― e inmanentes ―Definiciones,
Clasificaciones, Demostraciones y Modelos―, para permitir al lector la
comprensión del sistema usado por su teoría literaria. Maestro desarrolla cada
uno de estos conceptos de acuerdo con su construcción histórica y su aplicación
operatoria en la actualidad.
El
Descriptivismo da completa importancia a la materia, desestimando a la
forma. De este modo, el conocimiento resulta del descubrimiento de
los «secretos» de la materia. Corresponden a este modo de conocimiento las
teorías literarias que se enfocan solamente en el autor, como el positivismo
histórico, el historicismo decimonónico, la psicocrítica, la mitocrítica, la
poética de lo imaginario y la crítica biográfica. El Teoreticismo se
enfoca en la forma, dejando de lado a la materia. Entiende que la verdad está
en la forma de comprender la materia, sin importar la materia de que se trate.
Las teorías literarias que corresponden a este modo de conocimiento son todos
los formalismos que se concentran únicamente en el texto literario, como los
Estructuralismos, Neoformalismos, la Escuela Morfológica Alemana, el Formalismo
Ruso, el New Criticism y la Estilística. El
Adecuacionismo asume tanto a la materia y a la forma como dimensiones que
conforman la verdad científica, pero cada cual con una sustancia individual
(hipóstasis). De modo que el conocimiento se origina en la yuxtaposición de
estas dos realidades en la experiencia del sujeto. Pertenecen a este modo de conocimiento
las teorías que toman al lector como fundamento definitivo de la interpretación
literaria: es el caso de las estéticas de la recepción y la teoría de los
polisistemas. El Circularismo entiende que la relación entre materia
y forma como conceptos conjugados, codeterminados e inseparables, constituye la
verdad científica y organiza los elementos de un campo categorial
de modo circular, de manera que las consecuencias pueden ser, en su momento,
causas, en un ciclo continuo de desarrollo del conocimiento. Es el modo de
conocimiento con el que opera el Materialismo Filosófico como Teoría de la
Literatura que estudia los materiales literarios Autor, Obra, Lector y
Transductor, sin excluir a ninguno de ellos.
Por
su parte, los modos inmanentes de conocimiento se articulan en función de la
estimación ontológica que se otorgue a la idea de materia y forma, de acuerdo con
el modo trascendente de conocimiento utilizado. El Materialismo filosófico,
como sistema gnoseológico vinculado a la ontología materialista con un modo de
conocimiento circularista, emplea la siguiente terminología: Definiciones,
Clasificaciones, Demostraciones y Modelos. Las Definiciones consisten en
la construcción de términos a partir de términos. Es el modo en que la teoría
literaria construye los términos que designan los referentes y fenómenos
estudiados. Las Clasificaciones construyen términos a partir de
relaciones, lo que permite distinguir conjuntos, tanto en las partes como en
las totalidades: los Géneros Literarios son una forma de clasificación de las
obras literarias. Las Demostraciones construyen relaciones a partir
de relaciones. Es la forma de operar de la crítica literaria, que identifica
vinculaciones gnoseológicas entre términos que a su vez mantienen relaciones
sintéticas con sistemas de ideas objetivados en las operaciones del proceso
crítico dialéctico. Por último, los Modelos construyen relaciones a
partir de términos. La Literatura Comparada ejerce sus operaciones de este modo:
los modelos son estatutos de comparación que, de manera dialéctica, organizan
el valor de los términos de un campo categorial. El canon literario es la
jerarquía más alta que un modelo pueda alcanzar.
Crítica
de la Teoría de la Literatura
En
el quinto apartado Maestro explica cómo se ha llevado a cabo la formalización
de las múltiples teorías literarias y sus respectivos sistemas críticos a
través de la historia, y distingue tres conjuntos: academicista o
disciplinaria, epistemológica o poética y gnoseológica o científica. El
criterio academicista estructura la crítica literaria en disciplinas cuyos
saberes se construyen de forma aislada, sin respetar la symploké de sus
materiales de estudio. El criterio epistemológico estructura la
crítica literaria a partir de la conceptualización de sujeto y objeto que cada
sistema teórico designe como óptima para sus pretensiones prácticas. De este
modo, las relaciones sujeto / objeto serán inevitablemente fenomenológicas, ya
que no podrán trascender a la percepción del operador. Es el caso de las teorías
que se enfocan sólo en el principio mimético, o sólo en el autor, o sólo en el
texto, o sólo en el lector, o sólo en el intérprete, y caen en falacias
descriptivistas, teoreticistas o adecuacionistas. Finalmente, el criterio
gnoseológico, usado por la teoría de Maestro, estructura la crítica
literaria a partir de la ontología de sus materiales de estudio, de acuerdo a
la ontología materialista compuesta por materialidad corpórea(M1),
fenomenológica (M2) y conceptual (M3), explicadas con detalle en el segundo
apartado del texto. Maestro explica también los tipos de reduccionismo
ontológico que comenten los sistemas teoricoliterarios del presente.
Teoría
de la Literatura y Teoría del Cierre Categorial
En
el sexto a apartado, Maestro ubica el lugar de la Teoría Literaria materialista
como ciencia categorial de acuerdo con la Teoría del Cierre categorial de
Gustavo Bueno.
La Teoría del Cierre Categorial es la teoría de la ciencia que desarrolla de forma específica el Materialismo Filosófico como sistema de pensamiento. Se basa en una Gnoseología (conjugación de Forma y Materia), frente a una Epistemología (oposición Objeto / Sujeto), y se caracteriza por impugnar las clasificaciones dicotómicas o binarias de las Ciencias (Humanas / Naturales), por distinguir entre Metodologías α-operatorias (ausencia del sujeto en el campo categorial) y Metodologías β-operatorias (presencia del sujeto en el campo categorial), por desarrollar Procesos de Progresión (progressus) y Regresión (regressus) en las interpretaciones científicas, y por exigir la neutralización de los sujetos operatorios o gnoseológicos implicados en los procesos de investigación.
Maestro
expone cada uno de estos puntos y su aplicación a los materiales literarios. De
este modo consigue construir una Gnoseología de la Literatura estructurada
sobre una ontología claramente delimitada (campo categorial), no es posible
aquí dar cuenta adecuadamente de los múltiples procedimientos que despliega en
la fundamentación gnoseológica de su teoría literaria como ciencia de la
literatura. Sin embargo, apuntamos algunas pautas principales, que constituyen
aportaciones sumamente importantes en el terreno metodológico y tecnológico
para la interpretación precisa y científica de la materia que conocemos como
Literatura.
Aclara
Maestro, ante todo, la idea de Ciencia: «El fin de la Ciencia no es el
conocimiento de la realidad, sino su construcción. Las ciencias son, antes que
interpretaciones, construcciones, es decir, su dimensión, su naturaleza, su
determinación, es categóricamente operatoria. Construyen y destruyen la
realidad humana».
Explica
el alcance del término Verdad: «Ha de quedar claro que la verdad, o es
científica, esto es, categorial, o no es. Fuera de las ciencias o categorías,
no hay verdad (episteme), sino opinión (doxa). Pero es que la verdad científica
es una propiedad de la materia —de la materia interpretada o formalizada, es
decir, intervenida, construida, operada y categorizada por las ciencias—».
Delimita
la función operatoria de la filosofía: «Ha de quedar muy claro, además,
que la Filosofía no es ni puede ser «la madre de las ciencias», porque las
ciencias parten de la técnica y se basan en su sofisticación, es decir, en el
desarrollo de una tecnología que construyen y desde la que se construyen». Esclarece
que la Filosofía, como saber de segundo grado, opera con verdades construidas
por las ciencias (saber de primer grado), sólo existe Filosofía de utilidad
operatoria en la materia cuando existe previamente un conjunto de ciencias capaces
de construir verdades confirmadas por hechos: cualquier filosofía que no opere
con términos científicos no es más que imaginación y retórica. «Los
verdaderos filósofos transforman la realidad humana, no la interpretan. Nos
sobran intérpretes. Nos faltan operarios. Porque no basta tener razón: es
necesario, es imprescindible, disponer de razón práctica, y no solo de razón
teórica. Es indispensable ser capaz de imponer en la praxis la razón teórica
que se dice, o se declara, tener».
Es
importante mencionar, además del sistema, los conceptos propios de la teoría de
Maestro. En esta obra , estudia de manera dialéctica algunas definiciones
presentadas por distintas disciplinas y teorías literarias, seleccionando los
elementos con capacidad operatoria y descartando los retóricos y sofísticos. De
esta manera consigue plantear en toda regla el comienzo de una Ciencia de la
Literatura, y de forma muy específica a la Teoría de la Literatura como una
Ciencia Reconstructivista de clasificación gnoseológica Beta 1-1 operatoria y a
la Crítica Literaria como una Ciencia Demostrativa Beta 1-2 operatoria.
En
este punto, el lector entenderá, sin dificultad alguna, la Gnoseología de
la Literatura, «como el sistema de procedimientos formales, conceptuales y
lógicos, destinados a la interpretación científica o categorial (Teoría de la
Literatura), y también crítica y dialéctica (Crítica de la Literatura), de los
materiales literarios».
Coda
gnoseológica: crítica a las ordalías del psicologismo
Maestro
finaliza su exposición objetando con severidad al racimo de posturas críticas
posmodernas, como la deconstrucción (nihilismo), la hermenéutica (dogmatismos),
el psicoanálisis (metafísica) y las ideologías (intereses políticos y
culturales) que se basan en el psicologismo para interpretar la realidad
literaria como un hecho de conciencia. El argumento ontológico de tales
corrientes de pensamiento, ciertamente primitivo, es la oposición dialéctica
entre la sensibilidad y la razón, como si la razón fuera un escollo que evita
al ser humano expresar su sensibilidad, y como si la «verdad» fuera accesible
únicamente a través de la sensibilidad, idea completamente acrítica y carente
de sustento real, instaurada por el romanticismo en el siglo XVIII. Maestro
fundamenta gnoseológicamente las inconsistencias y barbaridades que cometen
tales sistemas críticos. No obstante, distingue la función de la sensibilidad
en el ejercicio interpretativo, ya que a partir de ella el sujeto gnoseológico
puede operar con sistemas racionales de pensamiento que le permiten identificar
de forma inteligible las ideas objetivadas en la realidad literaria. Sensibilidad
y razón son conceptos conjugados. Para concluir, el autor hace un análisis del
poema Desolación de la Quimera de Luis Cernuda, en el que el
lector ve la aplicación y operatoriedad de los enunciados teóricos expuestos.
En
resumen, este libro demuestra que el diseño y funcionamiento del sistema
operativo de la teoría literaria de Maestro ofrece una tecnología metodológica
e instrumental imposible de igualar por otros sistemas teóricos, y permite la
aplicación concreta de los términos y conceptos de interpretación en
explicaciones críticas de actualidad y sobre todo utilidad para el mundo en que
vivimos.
* * *