09 diciembre 2021

Sobre el futuro de la Teoría de la Literatura



Jesús G. Maestro
 
El futuro de la teoría de la literatura.
Una superación científica y filosófica de la posmodernidad y sus límites.
 
Madrid, Visor Libros, 2019, 256 pp.
ISBN 978-84-9895-216-2


Reseña de Sven Saberbein Guzmán




Jesús G. Maestro expone los criterios gnoseológicos (científicos y filosóficos) que el Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura utiliza para el estudio crítico de la Literatura, establece el lugar de la Teoría de la Literatura como ciencia de acuerdo a la Teoría del Cierre Categorial de Gustavo Bueno y especifica cuidadosamente la terminología y los procedimientos metodológicos operatorios que la constituyen. A su vez, impugna las premisas teóricas posmodernas que han conducido a la crítica literaria actual por el camino del nihilismo y la pseudociencia, condenándola al servilismo ideológico gremial y político, situación a la que califica como hundimiento de la teoría literaria.

Maestro dedica el primer apartado del texto a señalar algunas razones por las que el tratamiento gnoseológico de los estudios literarios es actualmente una necesidad urgente. Explica que la debilidad del planteamiento epistemológico (criterio de oposición entre sujeto y objeto) ha derivado inevitablemente en reduccionismos (descriptivistas, teoreticistas y adecuacionistas) que resultan insuficientes e ineficaces para la labor teórica y crítica de la literatura, por no ser capaces de explicar dentro de su metodología la diferencia entre su contenido fenomenológico y su contenido conceptual; deficiencia que ha permitido la formalización de términos con referentes materiales inexistentes, como el inconsciente freudiano, y conceptos irreales como el «todo es texto» de Derrida. Frente a esta situación, Maestro presenta una teoría literaria basada en el planteamiento gnoseológico (criterio de conjugación entre materia y forma) y fundamentada en la teoría del conocimiento científico de Gustavo Bueno (Teoría del Cierre Categorial) que parte siempre de hechos materiales para argumentar toda preposición teórica y conceptual presentada.

 

[…] el Materialismo Filosófico pretende ser más eficaz y profundo que otras metodologías, no solo porque se enfrenta al examen de los materiales literarios de un modo crítico y dialéctico, y no retórico y cortés, sino porque sobre todo ofrece instrumentos de análisis de las disciplinas literarias mejor desarrollados y más precisos que los de otras corrientes alternativas, cuyos puntos de apoyo no son los materiales literarios, sino las ocurrencias fenomenológicas de tales o cuales intérpretes, autocalificados de modélicos o ideales, o de tales o cuales gremios autistas, o minorías imperialistas, que vierten sin cesar sobre la realidad de la literatura las secreciones de su psicologismo gregario e ideológico. La literatura no puede ni debe ser el vertedero de las ideologías. La literatura no puede interpretarse racionalmente, y aún menos científicamente, desde el psicologismo del yo (la egolatría de las impresiones personales) o desde la ideología del nosotros (el egoísmo colectivo de las presiones gremiales), sino que ha de ser interpretada y comprendida desde la realidad de los materiales literarios, los cuales exigen, para poder ser analizados con rigor y capacidad, una educación científica y sistemática.

 

Antes de desarrollar en profundidad los términos que constituyen la gnoseología como ontología de la ciencia y la Gnoseología de la Literatura en particular «como ciencia categorial destinada al conocimiento científico de los materiales literarios», el autor determina claramente conceptos como ciencia, teoría, filosofía, cultura, verdad, entre otros que serán de suma utilidad para la comprensión de las ideas desplegadas posteriormente. La precisión y el fundamento gnoseológico de las definiciones presentadas consigue desmitificar y dar luz respecto a términos que las teorías posmodernas suelen usar erróneamente y manipular hasta el hastío. Maestro dedica un trato especial a la idea de cultura para permitir al lector la observación de los contenidos y límites del término, y apuntar la larga lista de detrimentos que ha provocado en los ámbitos académicos.

Luego de este punto, Maestro presenta, de acuerdo con las ideas de Bueno, una periodización histórica de las ciencias en la que señala las concepciones de ciencia que se han ido gestando a través de la evolución de las practicas científicas, con el objeto de señalar y demostrar la influencia de los paradigmas de pensamiento imperantes en la estructuración de las teorías literarias en cada época.

 

 

Ontología y gnoseología de la literatura

 

El segundo apartado se centra en hacer comprensible, sin lugar a dudas, la distinción entre epistemología y gnoseología. Mientras que la epistemología es una teoría del conocimiento en general que se fundamenta en el criterio de oposición sujeto / objeto, la gnoseología es una teoría del conocimiento científico que se establece en el criterio de conjugación materia / forma. De modo que, entre las muchas diferencias metodológicas y conceptuales que tienen ambos procedimientos para enfrentar la realidad, existen dos que resultan definitivas. La epistemología nos remite a una ontología idealista cuyo concepto de ciencia está estructurado a partir de paradigmas culturales y sociológicos. Opuesta a la gnoseología, que remite a una ontología materialista, y que plantea el concepto de ciencia como una construcción operatoria de la realidad:

 

Una ciencia es una construcción objetiva y funcional, esto es, ontológica y operatoria, cuyo funcionamiento gnoseológico desborda siempre los fines instrumentales que la hicieron posible. Las Ciencias no representan un conocimiento, sin más —y aún menos una cultura—, sino que construyen una nueva realidad a partir de realidades preexistentes.

 

Maestro desarrolla ampliamente la ontología materialista aplicada a los materiales literarios en el texto Ontología de la Literatura. No obstante, apuntaremos aquí, en líneas generales, que la ontología materialista distingue tres géneros de materialidad: corpórea (M1), psicológica (M2) y conceptual (M3), las cuales, organizadas en symploké, constituyen la realidad formalizada gnoseológicamente (Mi) (mundo interpretado). De este modo, la aplicación del razonamiento ontológico materialista, en la materia literaria debidamente formalizada, permite identificar con suma claridad los tres géneros de materialidad estudiados gnoseológicamente: la materialidad literaria corpórea (M1), perceptible en los signos lingüísticos tanto orales como escritos; la materialidad literaria psicológica (M2), perceptible en los contenidos ficcionales y las emociones, capaces de suscitar en la experiencia fenomenológica de la lectura; y la materialidad literaria conceptual (M3), perceptible en las formas literarias formalizadas por la teoría literaria y en el sistema de ideas que pueden interpretarse mediante la crítica literaria.

En este sentido Maestro remarca una oposición absoluta con de las teorías literarias posmodernas, que son incapaces de registrar en su metodología los sistemas de ideas (M3) contenidos en los materiales literarios. Para Barthes, Derrida y Foucault la Literatura no puede ser más que escritura cargada de emociones (M2) incompresibles e inexplicables, que la mente humana solo es capaz de comunicar a través de metafísica, retórica e ideología, algo totalmente inaceptable para la teoría de Maestro, quién demuestra que la Literatura es inteligible y la interpretación literaria ha de usar conceptos operatorios capaces de identificar sistemas de ideas en las obras literarias.

 

El Materialismo Filosófico como teoría literaria estudia la realidad tal como está formalizada y construida poética, filológica y semiológicamente en términos literarios, es decir, interpreta la realidad de la Literatura, cuyo referente es ―no puede olvidarse― la realidad humana, y lo hace desde la organización filosófica de las Ideas, esto es, desde criterios racionales, lógicos y dialécticos. Por eso es completamente cierto y coherente afirmar que la literatura está hecha de realidades. Si no sucediera así, no sabríamos a qué se refiere una obra literaria, ni de qué nos habla, ni siquiera sabríamos decir cuáles son sus contenidos.

 

Esta estructura lógica materialista permite la construcción de una idea de ficción completamente innovadora, un tremendo paso en la evolución de los estudios literarios: ficción y realidad son conceptos conjugados, no dialécticos.

 

 

Espacio gnoseológico

 

Maestro continúa con la exposición del espacio gnoseológico de acuerdo con la Teoría del Cierre Categorial de Bueno y, a su vez, construye el Espacio Gnoseológico del Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura. El espacio gnoseológico está compuesto por tres ejes: sintáctico, semántico y pragmático, cada uno de ellos articulado en tres figuras gnoseológicas.

El eje sintáctico está constituido por Términos, Relaciones y Operaciones. Los Términos son aquellas partes debidamente formalizadas y relacionadas que constituyen ontológicamente los materiales manipulados por una ciencia. En el caso de la teoría de la literatura son Términos las obras literarias, los signos lingüísticos usados en ellas, los conceptos de narrador, fábula, soneto, función narrativa, etc. Dado que los Términos están formalizados a partir de signos, Maestro presenta la idea materialista de signo como la materialidad conceptual (M3) que remite a un referente físico (M1) y que puede implicar (o no) determinados contenidos psicológicos que el operador le atribuye (M2), permitiendo la identificación de los signos de acuerdo a su valor semiótico (operatorio), que pueden ser: idealistas, conceptuales o retóricos. Las Relaciones son las vinculaciones lógicas (formales y materiales) que se dan entre los términos de un campo categorial y que un sujeto gnoseológico puede identificar y manipular. Estas conexiones permiten sintetizar términos y construir nuevas figuras gnoseológicas, como teoremas, axiomas y teorías (construcciones proposicionales). Las Operaciones son las acciones ejecutadas por el sujeto gnoseológico que consisten en la manipulación de las relaciones entre términos mediante el proceso de progresus (partir del fenómeno y estructurarlo en conceptos e ideas) y regresus (a partir de esas ideas regresar al fenómeno y reconstruirlo) con el fin operatorio de construir nuevos términos de un campo categorial (construcciones objetuales), que pueden ser analíticas o sintéticas.

El eje semántico está constituido por Referentes, Fenómenos y Esencias o Estructuras. Los Referentes son los componentes corpóreos (M1) de un campo categorial. En el campo de la literatura hablaremos de signos lingüísticos, libros impresos, libros digitales, autores, obras, lectores, transductores, etc. Estos elementos son siempre materiales corpóreos operables formalizados en términos conceptuales, cualquier intento teórico de formalizar referentes sin existencia corpórea (como la «huella» derridiana) es un fraude, porque no se puede operar con elementos inexistentes. Los Fenómenos son los hechos, constituidos por referentes corpóreos, percibidos por el sujeto operatorio en un nivel sensible o subjetivo. Debe entenderse el término fenómeno según la perspectiva helénica: como percepción sensible (M2) de un hecho con características particulares y que puede racionalizarse en términos esenciales inteligibles (M3); no como lo entiende el idealismo kantiano, que presenta al fenómeno como manifestación material de una verdad inmaterial metafísica llamada noúmeno. Los fenómenos sensibles (M2) se presentan de modo que el sujeto ejecuta operaciones sobre ellos para establecer términos que los definen de forma inteligible (M3) (construcciones objetuales). A su vez, los fenómenos entendidos como términos son susceptibles de relaciones a partir de las cuales el sujeto gnoseológico puede construir conceptos operatorios (M3). En cuanto al campo de la Literatura, es fenoménico todo aquello presentado por la ficción y las experiencias psicológicas (M2) que éstas puedan evocar en el ejercicio de la lectura de un texto, y que a su vez pueden racionalizarse en la interpretación inteligible (M3) de sus esencias o estructuras, en el contexto de un ejercicio crítico. Las Esencias son las ideas y conceptos (M3) que forman parte del fenómeno y constituyen la racionalización inteligible de sus referentes corpóreos. Esta materia conceptual (M3) permite al sujeto gnoseológico manipular operatoriamente los fenómenos y referentes para reconstruir, transformar y explicar sus partes como identidades sintéticas, esto es, verdades categoriales (construcciones proposicionales), las cuales rebasan la percepción fenomenológica y psicológica de modo que se constituyen de forma independiente del sujeto gnoseológico, quien en un principio las ha operado o intervenido. En la Literatura, las esencias o estructuras son accesibles mediante el estudio teórico y crítico (M3) de los fenómenos literarios (M2).

El eje pragmático está constituido por los Autologismos, Dialogismos y Normas. Los Autologismos son las operaciones gnoseológicas ejecutadas a título personal, implican tanto funciones creativas como interpretativas, sensibles e inteligibles del sujeto gnoseológico en un campo de conocimiento científico. Los Dialogismos son operaciones creativas e interpretativas, sensibles e inteligibles, ejecutadas por un grupo humano o gremio con características particulares, que lo distinguen de otros grupos con los que interactúa dialécticamente dentro de un campo de conocimiento. Y las Normas constituyen un sistema de regulación lógico de las operaciones creativas e interpretativas, que se obtienen a partir del enfrentamiento dialéctico de las operaciones autológicas y dialógicas, y que constituyen las verdades categoriales asumidas en cada momento histórico, siempre en constante evolución. En los estudios literarios, las normas son la preceptiva canónica del ejercicio creativo e interpretativo de la Literatura.

 

 

Principios gnoseológicos en el conocimiento de la Literatura

 

En el tercer apartado Maestro desglosa la explicación del espacio gnoseológico de la literatura con insuperable cuidado, presentando el contenido de cada uno de los conceptos constituyen en conjunto el instrumental teórico con el que operará (material y formalmente) la crítica literaria del Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura.

 

El espacio gnoseológico es, pues, el lugar que ha de ocupar la Literatura como objeto de interpretación de la Teoría de la Literatura. Diríamos, en suma, que es la sala de operaciones, el quirófano, de la Literatura (teniendo en cuenta que el científico es aquí un cirujano, no un forense, porque, como se ha dicho, la interpretación literaria no es una autopsia, desde el momento en que la Literatura no es un fósil ni el intérprete un arqueólogo: la Literatura es una materia viva, y el crítico un sujeto que vive en el mundo presente y está en contacto con las realidades materiales que le rodean y de las que él mismo forma parte).

 

 

Modos gnoseológicos del conocimiento de la literatura

 

En el cuarto apartado, Maestro da cuenta, según el pensamiento de Bueno, de los modos de conocimiento científico trascendentes ―Descriptivismo, Teoreticismo, Adecuacionismo y Circularismo― e inmanentes ―Definiciones, Clasificaciones, Demostraciones y Modelos―, para permitir al lector la comprensión del sistema usado por su teoría literaria. Maestro desarrolla cada uno de estos conceptos de acuerdo con su construcción histórica y su aplicación operatoria en la actualidad.

El Descriptivismo da completa importancia a la materia, desestimando a la forma. De este modo, el conocimiento resulta del descubrimiento de los «secretos» de la materia. Corresponden a este modo de conocimiento las teorías literarias que se enfocan solamente en el autor, como el positivismo histórico, el historicismo decimonónico, la psicocrítica, la mitocrítica, la poética de lo imaginario y la crítica biográfica. El Teoreticismo se enfoca en la forma, dejando de lado a la materia. Entiende que la verdad está en la forma de comprender la materia, sin importar la materia de que se trate. Las teorías literarias que corresponden a este modo de conocimiento son todos los formalismos que se concentran únicamente en el texto literario, como los Estructuralismos, Neoformalismos, la Escuela Morfológica Alemana, el Formalismo Ruso, el New Criticism y la Estilística. El Adecuacionismo asume tanto a la materia y a la forma como dimensiones que conforman la verdad científica, pero cada cual con una sustancia individual (hipóstasis). De modo que el conocimiento se origina en la yuxtaposición de estas dos realidades en la experiencia del sujeto. Pertenecen a este modo de conocimiento las teorías que toman al lector como fundamento definitivo de la interpretación literaria: es el caso de las estéticas de la recepción y la teoría de los polisistemas. El Circularismo entiende que la relación entre materia y forma como conceptos conjugados, codeterminados e inseparables, constituye la verdad científica y organiza los elementos de un campo categorial de modo circular, de manera que las consecuencias pueden ser, en su momento, causas, en un ciclo continuo de desarrollo del conocimiento. Es el modo de conocimiento con el que opera el Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura que estudia los materiales literarios Autor, Obra, Lector y Transductor, sin excluir a ninguno de ellos.

Por su parte, los modos inmanentes de conocimiento se articulan en función de la estimación ontológica que se otorgue a la idea de materia y forma, de acuerdo con el modo trascendente de conocimiento utilizado. El Materialismo filosófico, como sistema gnoseológico vinculado a la ontología materialista con un modo de conocimiento circularista, emplea la siguiente terminología: Definiciones, Clasificaciones, Demostraciones y Modelos. Las Definiciones consisten en la construcción de términos a partir de términos. Es el modo en que la teoría literaria construye los términos que designan los referentes y fenómenos estudiados. Las Clasificaciones construyen términos a partir de relaciones, lo que permite distinguir conjuntos, tanto en las partes como en las totalidades: los Géneros Literarios son una forma de clasificación de las obras literarias. Las Demostraciones construyen relaciones a partir de relaciones. Es la forma de operar de la crítica literaria, que identifica vinculaciones gnoseológicas entre términos que a su vez mantienen relaciones sintéticas con sistemas de ideas objetivados en las operaciones del proceso crítico dialéctico. Por último, los Modelos construyen relaciones a partir de términos. La Literatura Comparada ejerce sus operaciones de este modo: los modelos son estatutos de comparación que, de manera dialéctica, organizan el valor de los términos de un campo categorial. El canon literario es la jerarquía más alta que un modelo pueda alcanzar.

 

 

Crítica de la Teoría de la Literatura

 

En el quinto apartado Maestro explica cómo se ha llevado a cabo la formalización de las múltiples teorías literarias y sus respectivos sistemas críticos a través de la historia, y distingue tres conjuntos: academicista o disciplinaria, epistemológica o poética y gnoseológica o científica. El criterio academicista estructura la crítica literaria en disciplinas cuyos saberes se construyen de forma aislada, sin respetar la symploké de sus materiales de estudio. El criterio epistemológico estructura la crítica literaria a partir de la conceptualización de sujeto y objeto que cada sistema teórico designe como óptima para sus pretensiones prácticas. De este modo, las relaciones sujeto / objeto serán inevitablemente fenomenológicas, ya que no podrán trascender a la percepción del operador. Es el caso de las teorías que se enfocan sólo en el principio mimético, o sólo en el autor, o sólo en el texto, o sólo en el lector, o sólo en el intérprete, y caen en falacias descriptivistas, teoreticistas o adecuacionistas. Finalmente, el criterio gnoseológico, usado por la teoría de Maestro, estructura la crítica literaria a partir de la ontología de sus materiales de estudio, de acuerdo a la ontología materialista compuesta por materialidad corpórea(M1), fenomenológica (M2) y conceptual (M3), explicadas con detalle en el segundo apartado del texto. Maestro explica también los tipos de reduccionismo ontológico que comenten los sistemas teoricoliterarios del presente.

 

 

Teoría de la Literatura y Teoría del Cierre Categorial

 

En el sexto a apartado, Maestro ubica el lugar de la Teoría Literaria materialista como ciencia categorial de acuerdo con la Teoría del Cierre categorial de Gustavo Bueno.

 

La Teoría del Cierre Categorial es la teoría de la ciencia que desarrolla de forma específica el Materialismo Filosófico como sistema de pensamiento. Se basa en una Gnoseología (conjugación de Forma y Materia), frente a una Epistemología (oposición Objeto / Sujeto), y se caracteriza por impugnar las clasificaciones dicotómicas o binarias de las Ciencias (Humanas / Naturales), por distinguir entre Metodologías α-operatorias (ausencia del sujeto en el campo categorial) y Metodologías β-operatorias (presencia del sujeto en el campo categorial), por desarrollar Procesos de Progresión (progressus) y Regresión (regressus) en las interpretaciones científicas, y por exigir la neutralización de los sujetos operatorios o gnoseológicos implicados en los procesos de investigación.

 

Maestro expone cada uno de estos puntos y su aplicación a los materiales literarios. De este modo consigue construir una Gnoseología de la Literatura estructurada sobre una ontología claramente delimitada (campo categorial), no es posible aquí dar cuenta adecuadamente de los múltiples procedimientos que despliega en la fundamentación gnoseológica de su teoría literaria como ciencia de la literatura. Sin embargo, apuntamos algunas pautas principales, que constituyen aportaciones sumamente importantes en el terreno metodológico y tecnológico para la interpretación precisa y científica de la materia que conocemos como Literatura.

Aclara Maestro, ante todo, la idea de Ciencia: «El fin de la Ciencia no es el conocimiento de la realidad, sino su construcción. Las ciencias son, antes que interpretaciones, construcciones, es decir, su dimensión, su naturaleza, su determinación, es categóricamente operatoria. Construyen y destruyen la realidad humana».

Explica el alcance del término Verdad: «Ha de quedar claro que la verdad, o es científica, esto es, categorial, o no es. Fuera de las ciencias o categorías, no hay verdad (episteme), sino opinión (doxa). Pero es que la verdad científica es una propiedad de la materia —de la materia interpretada o formalizada, es decir, intervenida, construida, operada y categorizada por las ciencias—».

Delimita la función operatoria de la filosofía: «Ha de quedar muy claro, además, que la Filosofía no es ni puede ser «la madre de las ciencias», porque las ciencias parten de la técnica y se basan en su sofisticación, es decir, en el desarrollo de una tecnología que construyen y desde la que se construyen». Esclarece que la Filosofía, como saber de segundo grado, opera con verdades construidas por las ciencias (saber de primer grado), sólo existe Filosofía de utilidad operatoria en la materia cuando existe previamente un conjunto de ciencias capaces de construir verdades confirmadas por hechos: cualquier filosofía que no opere con términos científicos no es más que imaginación y retórica. «Los verdaderos filósofos transforman la realidad humana, no la interpretan. Nos sobran intérpretes. Nos faltan operarios. Porque no basta tener razón: es necesario, es imprescindible, disponer de razón práctica, y no solo de razón teórica. Es indispensable ser capaz de imponer en la praxis la razón teórica que se dice, o se declara, tener».

Es importante mencionar, además del sistema, los conceptos propios de la teoría de Maestro. En esta obra , estudia de manera dialéctica algunas definiciones presentadas por distintas disciplinas y teorías literarias, seleccionando los elementos con capacidad operatoria y descartando los retóricos y sofísticos. De esta manera consigue plantear en toda regla el comienzo de una Ciencia de la Literatura, y de forma muy específica a la Teoría de la Literatura como una Ciencia Reconstructivista de clasificación gnoseológica Beta 1-1 operatoria y a la Crítica Literaria como una Ciencia Demostrativa Beta 1-2 operatoria.

En este punto, el lector entenderá, sin dificultad alguna, la Gnoseología de la Literatura, «como el sistema de procedimientos formales, conceptuales y lógicos, destinados a la interpretación científica o categorial (Teoría de la Literatura), y también crítica y dialéctica (Crítica de la Literatura), de los materiales literarios».

 

 

Coda gnoseológica: crítica a las ordalías del psicologismo

 

Maestro finaliza su exposición objetando con severidad al racimo de posturas críticas posmodernas, como la deconstrucción (nihilismo), la hermenéutica (dogmatismos), el psicoanálisis (metafísica) y las ideologías (intereses políticos y culturales) que se basan en el psicologismo para interpretar la realidad literaria como un hecho de conciencia. El argumento ontológico de tales corrientes de pensamiento, ciertamente primitivo, es la oposición dialéctica entre la sensibilidad y la razón, como si la razón fuera un escollo que evita al ser humano expresar su sensibilidad, y como si la «verdad» fuera accesible únicamente a través de la sensibilidad, idea completamente acrítica y carente de sustento real, instaurada por el romanticismo en el siglo XVIII. Maestro fundamenta gnoseológicamente las inconsistencias y barbaridades que cometen tales sistemas críticos. No obstante, distingue la función de la sensibilidad en el ejercicio interpretativo, ya que a partir de ella el sujeto gnoseológico puede operar con sistemas racionales de pensamiento que le permiten identificar de forma inteligible las ideas objetivadas en la realidad literaria. Sensibilidad y razón son conceptos conjugados. Para concluir, el autor hace un análisis del poema Desolación de la Quimera de Luis Cernuda, en el que el lector ve la aplicación y operatoriedad de los enunciados teóricos expuestos.

En resumen, este libro demuestra que el diseño y funcionamiento del sistema operativo de la teoría literaria de Maestro ofrece una tecnología metodológica e instrumental imposible de igualar por otros sistemas teóricos, y permite la aplicación concreta de los términos y conceptos de interpretación en explicaciones críticas de actualidad y sobre todo utilidad para el mundo en que vivimos.

 


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