La filosofía de los poetas
Madrid,
Editorial Verbum, 2018, 252 pp.
ISBN 978-84-9074-590-8
Reseña de Ángela Otero Fontán
¿Qué es
la literatura? ¿Qué es la poesía? A pesar de la aparente simplicidad de ambas preguntas, dar con
sus respectivas respuestas se ha convertido en una tarea no exenta de cierta
controversia entre diferentes autores y personalidades del mundo literario. Sin
embargo, en la presente obra, La filosofía de los poetas, su autor, el
profesor Jesús G. Maestro, siguiendo la misma línea filosófica del célebre
filósofo español Gustavo Bueno, logra ofrecer una respuesta coherente y fiable
a las dos interrogantes planteadas al inicio, basándose en el Materialismo
Filosófico como Teoría de la Literatura.
En el
inicio de su obra, Maestro aclara que la poesía es, ni más ni menos, que «filosofía
en verso […] Es una forma de interpretación cuyo sistema de ideas exige al
lector disponer, o alcanzar, un racionalismo insólito o inédito». Toda forma de
arte debe disponer de ideas, pues sin ellas, no es arte, de manera que la «poesía,
sin ideas, es simplemente un sonajero». Asimismo, a la pregunta ¿qué es la
literatura?, Maestro responde como «el resultado de la reflexión humana, una
reflexión que debe construirse progresivamente, […] que es resultado esencial
de una lógica, de un racionalismo, y de una práctica […] y que se fundamenta en
un conocimiento de la literatura, de sus materiales, de sus géneros, etc.»
A lo largo de los diez capítulos que componen la obra,
el lector es testigo de un brillante y minucioso ejercicio de crítica
literaria. A través de la selección de una serie de obras pertenecientes a
reconocidos autores como Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Borges, Salinas, Hardy,
Jaime Siles, Luis Alberto de Cuenca o Ramiro Fonte, entre otros, Maestro
realiza un profundo análisis apoyándose en un sistema de ideas ―el Materialismo
Filosófico como Teoría de la Literatura―, tal como lo ha desarrollado en una
obra precedente, la Crítica de la razón
literaria (2017).
Como resultado del libro actual, La filosofía
de los poetas, nos encontramos ante una obra de fácil lectura y
comprensión, destinada a un público muy amplio: desde aquellos curiosos que
sientan mero interés por la poesía hasta quienes quieran dar un paso más allá, iniciándose
académicamente en el mundo literario, y también hasta los más profesionales,
que pueden verse atraídos por esta teoría literaria.
Más allá de las páginas de introducción, el libro
comienza con el análisis de Teresa (1924), una de las obras más
decisivas y centrales de la evolución poética de Miguel de Unamuno. La poesía
se presenta aquí como una provocación de la religión. A través de lo que conocemos
como “fenómeno del doble”, Unamuno reflexiona sobre el amor y la muerte,
siempre dentro de un marco profundamente religioso. Sin embargo, a pesar de las
numerosas referencias religiosas presentes en Teresa, la religión no
deja de ser una mera herramienta de la que Unamuno se sirve para recrear el
amor y la eternidad de este sentimiento, que fue para su autor el único símbolo
de fe y de esperanza. A lo largo este capítulo, Maestro examina el papel de la
metafísica en la literatura, así como la figura del ser humano, en su dimensión
autobiográfica. Queda claro que el sujeto humano, en tanto que sujeto
operatorio, es el único artífice de toda clase de discursos (literario,
religioso, político…), cuyo objetivo es “suplantar con el lenguaje las
carencias de la realidad humana”. Maestro advierte que la literatura no deja de
ser un discurso que exige libertad, y que muchas veces puede estar destinada a postular
un deicidio, al presentar a los dioses como ficciones, y no como realidades que
fundamentan la autenticidad de una religión. Porque no debemos olvidar que toda
literatura es ficción, y por ello mismo estos personajes divinos se convierten
también en sujetos fantásticos e irreales, cuya existencia solo es posible a
través de una escritura indudablemente ficticia por lo que toca a sus propios
referentes.
Por otro lado, si en algo es original Teresa, al
igual que en La voz a ti debida de Pedro Salinas, lo es en presentar una
formulación diferente de los procesos de apelación y construcción de la segunda
persona gramatical. Mediante la selección de ambas obras, Maestro destina el
segundo capítulo de su obra a abordar la cuestión del diálogo en la lírica,
demostrando que «la funcionalidad principal de la expresión dialógica en la
lírica reside especialmente en la manifestación polifónica de un sujeto
sometido a la discrecionalidad o discontinuidad de su Yo». Sirviéndose de la
obra poética de Unamuno, nuestro autor ofrece una clasificación del Sujeto
Lírico o Yo poético. De esta manera, el lector aprenderá a distinguir entre un
Sujeto poético heteromimético o heterotextual, un sujeto esencial o
trascendente, uno existencial o personalizado, desdoblado o geminado, formal o
retórico, ideológico o comprometido, uno lúdico y finalmente uno deconstruido. A
su vez, a partir de obras Teresa y La voz a ti debida, Maestro explica
la distinción habida entre diálogo y dialogismo, según se trate de un «proceso
verbal interactivo en el que dos o más interlocutores alternan in fieri su
actividad en la emisión (producción) y recepción (interpretación) de
enunciados, con un valor funcional explícito». El dialogismo se define como «todo
proceso semiósico por el que se ponen en relación un receptor y un emisor
mediante un código común».
La semantización del objeto en la lírica de la
vivencia, el mito y transducción de Proteo en la lírica de Borges, o la poesía
de Vicente Aleixandre a la luz del Materialismo Filosófico como Teoría de la
Literatura, son algunos de los temas en los que el lector podrá aventurarse al
adquirir dicha obra, la cual no dejará indiferente a nadie que sienta interés
en esta rama del saber.