Análisis
genológico de un soneto de Quevedo
según
la Crítica de la razón literaria
Nuria Taberner Ceña
Universidad de Nanjing
Palabras clave
Crítica de la razón literaria · Géneros literarios
Teoría
de la Literatura · Quevedo · Soneto · Octavio Paz
Sinopsis
En el siguiente artículo emplearemos los presupuestos genológicos de la Crítica de la razón literaria para analizar el soneto de Quevedo «Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida», para lo que primeramente ahondaremos en la concepción genológica tradicional y de la Crítica de la razón literaria.
1. Introducción
Cualquiera que estudie la teoría genológica que
presenta la Crítica de la razón literaria
(Maestro, 2017-2022) se dará cuenta de que la visión tradicional sobre los
géneros literarios que le han enseñado no sirve para interpretar la literatura.
Esto sucede principalmente porque, cuando nos hablaron de los géneros
literarios, no nos dieron el aparato conceptual de una teoría holótica: no nos
hicieron reflexionar sobre qué es un todo y qué es una parte. Por otro lado, la
teoría genológica tradicional, con su rígida concepción porfiriana, no permite
ninguna flexibilidad salvo la de añadir ramas a su clasificación. En
contraposición, la teoría genológica de la Crítica
de la razón literaria es mucho más flexible, por lo que se adapta a las
exigencias de la literatura, sobre todo para interpretar aquellas obras que
presentan mezclas de géneros y elementos protéticos, en otras palabras,
aquellas obras que se salen de la norma, que no encajan en las clasificaciones
y que son, pues, las más valiosas y originales.
A continuación, dedicaremos un apartado a revisar la
concepción tradicional de los géneros literarios, exponiendo sus inconvenientes
y puntos débiles. En segundo lugar, presentaremos brevemente la teoría
genológica expuesta por Jesús G. Maestro en la Crítica de la razón literaria haciendo hincapié en sus puntos más
importantes y su superioridad a la hora de interpretar los textos literarios.
Finalmente, presentaremos un análisis genológico del soneto de Quevedo
«Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida» según dicha teoría.
2. La teoría genológica tradicional: las desventajas
de la concepción porfiriana
Al abordar la teoría genológica tradicional, hay que
explicar que dicha teoría se basa en las esencias porfirianas, que son las que,
por un lado, «identifican el género y la especie» (Maestro, 2017-2022: III, 7.2). De hecho,
lo que suele enseñarse al estudiar literatura al modo «tradicional», por así
decirlo, son cosas como que la novela picaresca y el soneto son géneros. Esto
es lo que significa identificar la especie con el género, pues el soneto y la
novela picaresca, bajo los presupuestos de la Crítica de la razón literaria, son respectivamente especies de los
géneros poesía y novela. Por otro lado, las esencias porfirianas «se caracterizan por señalar un género próximo y una diferencia específica» (Maestro, 2017-2022: III, 7.2). Asimismo, las
esencias porfirianas «pretenden definir un referente por lo que tiene de
inmutable y eterno» (Maestro, 2017-2022: III,
7.2).
Todo lo mencionado en el
párrafo anterior provoca varios problemas, que vamos a explicar a partir de un
ejemplo: el soneto. Una concepción porfiriana de los géneros literarios
identifica el soneto como un género, lo cual equivale a postular la
«isovalencia entre la parte (el soneto como especie de la poesía) y el género
(el soneto como género literario)» (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2). El principal problema que presenta esto es que los géneros se
multiplican y resulta más difícil ver las relaciones entre ellos, las
influencias que unos ejercen sobre otros, etc.
El segundo problema es el que plantea el hecho de señalar la diferencia específica. Hacer esto implica que los géneros porfirianos actúen generando arborescencias, generando divisiones a partir de un tronco común. Así pues, retomando el ejemplo del soneto, si se considerase el soneto endecasílabo clásico como género, variaciones del soneto como pueden ser el soneto con estrambote, el soneto eneasílabo, el soneto asonantado, etc. pasarían a ser especies que partirían de manera ramificada del tronco. Por ello, la Crítica de la razón literaria considera que las teorías genológicas tradicionales no son propiamente teorías sobre los géneros literarios, sino «de las especies literarias» (Maestro, 2017-2022: III, 7.6). Contrariamente a lo que pueda pensarse, la generación de arborescencias no nos hace más sencilla la labor de identificar el género, puesto que no nos permite ver las características comunes de las distintas obras y especies: «hace ilegibles o irrelevantes las cualidades comunes entre las partes por relación al todo» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1).
Además, cualquier pequeña
variación permite generar una nueva rama, por lo que los desmembramientos se
hacen infinitos. Llevado al extremo, esto conduce a la
imposibilidad de establecer ninguna clasificación útil de los géneros
literarios, porque se multiplican tanto las arborescencias que resulta
imposible estudiar las relaciones que existen entre las obras literarias, que
es lo que le ocurre a Octavio Paz:
¿Cómo asir la poesía si cada poema se ostenta como algo diferente e irreducible? La ciencia de la literatura pretende reducir a géneros la vertiginosa pluralidad del poema. Por su misma naturaleza, el intento padece una doble insuficiencia. Si reducimos la poesía a unas cuantas formas —épicas, líricas, dramáticas—, ¿qué haremos con las novelas, los poemas en prosa y esos libros extraños que se llaman Aurelia, Los cantos de Maldoror o Nadja? Si aceptamos todas las excepciones y las formas intermedias —decadentes, salvajes o proféticas— la clasificación se convierte en un catálogo infinito (Paz, 1972: 9).
Un tercer problema que presenta la concepción
porfiriana, también relacionado con el énfasis que hace en la diferencia
específica, es que entiende las obras literarias como con un valor
distributivo. Así pues, las obras contenidas dentro de cada ramificación serían
intercambiables entre sí. Esto es completamente inadecuado para interpretar la
literatura, puesto que implica la isovalencia de las obras literarias,
establece una suerte de monismo que rompe la symploké e impide el ejercicio de la crítica.
Los últimos tres problemas están relacionados con el
hecho de que la concepción porfiriana define los géneros por sus
características inmutables. Por un lado, esta visión de los géneros como algo
estático, no cambiante, no se corresponde con la realidad de la literatura, a
lo largo de cuya historia hay géneros que nacen, que mueren, que se imponen a
otros, etc. Así pues, no es algo útil para estudiar los géneros, porque no
presenta la flexibilidad que la literatura exige en términos evolutivos. Por
otro lado, la concepción porfiriana es muy teoreticista, puesto que, si la
realidad de la literatura no concuerda con ella, no es que la teoría no dé la
talla, sino que la literatura está mal, dado que se adopta un enfoque preceptivo.
Sin embargo, «la Teoría de la Literatura se construye retrospectivamente a
partir de la literatura. No puede haber una teoría literaria preceptiva»
(Maestro, 2023). El último inconveniente de la concepción porfiriana es que
permite clasificar obras diatéticas, es decir, obras que contengan «las
cualidades y características de la especie, y en consecuencia del género
supremo y envolvente de la especie» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2), lo que se
debe a que, puesto que reproducen las características «normales» de la especie
y del género, no presentan ningún problema de clasificación. En cambio, una
teoría porfiriana que se enfrente a obras protéticas —aquellas que se resisten
a «reiterar las cualidades esenciales del género […] o […] de la especie»
(Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2)— fracasará estrepitosamente porque o bien no
será capaz de clasificarlas o bien las clasificará en un desmembramiento
propio, donde sólo esté dicha obra. La concepción genológica porfiriana sirve
para clasificar el Kitsch, la
reproducción de modelos de forma acrítica, no para encargarse de la genialidad,
lo cual es una muestra de la concepción muerta que tiene de la literatura, que
aquí impugnamos, puesto que la literatura evoluciona con el paso del tiempo y, lo
más importante, la literatura de verdad, la más valiosa, se construye contra
las normas.
Para dar fin a este apartado y, como conclusión que
se desprende de lo anterior, citaremos las palabras de Jesús G. Maestro:
Aquí es donde entra en juego la potencia de una Teoría de la Literatura y la potencia de una obra literaria. Aquellas teorías literarias más valiosas son las que, de alguna manera, registran muy pocas excepciones a la hora de interpretar obras literarias, y las obras literarias más valiosas son aquellas que exigen a los sistemas de interpretación que se ocupan de ellas importantes excepciones, porque los rebasan. Es decir que, cuando una obra literaria cabe perfectamente en una teoría de la literatura, probablemente esa obra literaria tiene más de Kitsch que genialidad y, cuando una Teoría de la Literatura es capaz de interpretar una obra como el Quijote, probablemente esa Teoría de la Literatura es muy potente porque es capaz de enfrentarse sin fisuras y sin excepciones en sus planteamientos a una obra tan desafiantemente excepcional como es el Quijote (Maestro, 2023).
3. La teoría genológica de la Crítica de la razón literaria:
la superioridad de una concepción plotiniana
A continuación, vamos a presentar
brevemente los conceptos fundamentales de la teoría holótica expuesta en la Crítica de la razón literaria (las
totalidades, las partes y las clasificaciones), para luego pasar a introducir
la concepción plotiniana de los géneros que adopta la misma y, finalmente,
presentar el abordaje que se hace en ella de los géneros literarios a través
del cuadro de la perspectiva lógico-formal.
Primeramente, abordaremos la teoría holótica de la Crítica de la razón literaria, que nos
proporciona una sólida base filosófica y conceptual para entender los conceptos
de género, especie y obra en tanto que totalidades o partes. No es posible
abordar el estudio de los géneros literarios sin tener nociones de qué es un
todo, de qué es una parte, de qué tipos de todos y de partes hay ni de cómo se
relacionan los todos con las partes, las partes unas con otras o los todos
entre sí.
Se nos presentan distintos tipos
de totalidades: atributivas y distributivas, holotéticas o merotéticas, centradas
o descentradas y diatéticas o protéticas. En cuanto al primer binomio, las
totalidades atributivas son aquellas cuyas partes tienen un valor propio
(tienen «atributos» propios, de ahí su nombre) y no desempeñan la misma función
dentro de la totalidad —se relacionan sinalógicamente (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.3.1)—, por lo que no son intercambiables. Las totalidades
distributivas, en cambio, son aquellas cuyas partes tienen el mismo valor —se
relacionan isológicamente, porque son todas iguales (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.3.1)—, por lo que pueden intercambiarse (pueden «distribuirse»
libremente, de ahí su nombre). La literatura —por lo menos desde los
presupuestos de la Crítica de la razón
literaria— es una totalidad atributiva, puesto que las obras literarias
no son intercambiables ni tienen el mismo valor.
El siguiente binomio lo forman
las totalidades holotéticas y merotéticas. Las primeras son aquellas
totalidades en que lo importante es la suma de las partes, no las partes que la
forman, puesto que se conciben e interpretan «en términos de género, y no por
la naturaleza de las especies que la constituyen» (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2.1.2). Las segundas son aquellas totalidades en las que lo
importante son las partes, no el todo, puesto que «siguen como referencia para
su configuración el modelo de partes categoriales codificadas por determinados
procedimientos normativos» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2.1.2). Es
importante tener esto en cuenta cuando abordemos el estudio de una obra literaria,
puesto que deberemos saber si la abordamos en su totalidad, de forma
holotética, o si nos centramos sólo en alguna de sus partes, de forma
merotética.
El tercer binomio es el que se
establece entre las totalidades centradas, que tienen una parte en función de
la que se establece su unidad, y las no centradas, que carecen de dicha parte (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2.1.3). La literatura sería una totalidad centrada, dado que hay
unos géneros clave (la narración o novela, la poesía y el teatro) en torno a
los cuales se estructuran las especies y las obras. Asimismo, «siempre se ha
tendido, de forma más o menos explícita, a centrar determinados géneros como
referencia articulatoria de otros, considerados menos relevantes o centrales» (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2.1.3). Al hablar de totalidades centradas o no centradas, hay que
mencionar forzosamente los conceptos de totalidad unigenista y poligenista. La
segunda, una totalidad descentrada y distributiva en la que hay varios centros,
rompe la symploké, puesto que sus
núcleos están desconectados entre sí y tienen un valor distributivo. La primera,
en cambio, es una totalidad que, a partir de un solo origen, evoluciona de
forma arborescente, por lo que se trata de una totalidad atributiva y centrada.
La literatura no se puede interpretar de manera poligenista —que es tal como la
interpreta la posmodernidad, cuyos postulados impugna la Crítica de la razón literaria (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2.1.3)— porque sus partes no están desconectadas entre sí ni son distributivas.
Se trata, en cambio, de una totalidad unigenista, pues, a partir de un origen
común —el
género— se da lugar a múltiples especies y obras con un valor propio no
intercambiable.
El último binomio es el que se
refiere a las totalidades diatéticas y protéticas, que hemos mentado en el
apartado anterior. Las totalidades diatéticas son aquellas cuyos individuos
reproducen características de la especie y cuyas especies reproducen
características del género, por lo que «se apela a determinantes comunes» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2.1.4). Las
totalidades protéticas son aquellas cuyos individuos y especies no reproducen
las características, respectivamente, de la especie ni del género, sino que
introducen elementos nuevos (prótesis), por lo que «se apela a determinantes propios» (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2.1.4). En la literatura, la diátesis se relaciona con el Kitsch, con la reproducción de «un
modelo ortodoxo de arte», mientras que la prótesis se relaciona con la
genialidad, puesto que las obras geniales son «referentes heterodoxos frente a
la tradición genológica», dado que se construyen contra las normas e introducen
elementos nuevos (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2.1.4). La concepción porfiriana de
los géneros literarios es diatética porque permite clasificar a la perfección
las obras que no se salen de lo ortodoxo, que reproducen perfectamente un
género, mientras que la concepción plotiniana permite clasificar obras
protéticas porque las considera evolutivamente como el cuerpo y del curso al
haber añadido prótesis al núcleo del género.
Tras la explicación de los tipos
de totalidades, debemos centrarnos ahora en los tipos de partes. La Crítica de la razón literaria establece
dos clasificaciones de partes: por un lado, formales y materiales; y
determinantes, integrantes y constituyentes por otro.
Las partes formales son «aquellos
segmentos del todo que, codeterminados mutuamente, constituyen la totalidad
morfológica del objeto, de modo que, si alguna falta, el objeto en cuestión
deja de serlo» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2.2.1); en otras palabras, las partes esenciales
para que el objeto sea el que es, como el motor de un coche o los catorce
versos endecasílabos de un soneto, aunque veremos más adelante que esto último
es matizable. Las partes materiales son «aquellos segmentos del todo que no
requieren necesariamente estar codeterminados de forma mutua para constituir el
todo del que forman parte» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2.2.1), es
decir, las partes prescindibles, no esenciales, como la tapicería de piel para
un coche o, por ejemplo, la palabra «rosa» en un soneto. Que un coche carezca
de tapicería de piel, al igual que la ausencia de la palabra «rosa» en un
soneto, no hacen que ambos dejen de ser lo que son.
En cuanto a las partes
determinantes, integrantes y constituyentes, puede decirse que estas están
relacionadas con lo esencial, lo adicional y lo singular respectivamente. Las
partes determinantes o intensionales contienen la esencia o canon y «permiten
adscribir tal o cual objeto a un género
determinado» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2.2.2), por ejemplo, la esencia de la
narración es la presencia del narrador; la de la poesía, el verso; la del
teatro, la exigencia de una representación. No hay ninguna narración que no
tenga narrador, ningún poema que no esté escrito en verso (la prosa poética es
otra cosa; no es poesía en sentido estricto a pesar de la acumulación de
figuras retóricas, etc.), ni ninguna obra de teatro que no postule su
representación. Asimismo, estas partes son cogenéricas, puesto que se dan en
todas las especies de un género. Las partes integrantes o extensionales tienen
que ver con rasgos que no son esenciales, sino que se añaden a la esencia y
forman parte de la extensión; en ellas se «objetivan los rasgos paradigmáticos
(que no canónicos) de esa totalidad, y […], por lo tanto, permiten adscribir
tal o cual objeto a una especie
determinada» (Maestro, 2017-2022: III, 7.1.2.2.2). Se trata, por ejemplo, de los
personajes, el cronotopo, la acción, etc. en el caso de la narración. Distintos
tipos de personajes, de cronotopos, de acciones, nos permiten adscribir una
novela, por ejemplo, a una especie, como novela picaresca (cuyo protagonista es
un pícaro), novela pastoril (cuyo cronotopo es un entorno rural idealizado,
utópico y ucrónico), novela bizantina (cuya acción consiste en superar una
serie de dificultades o aventuras), etc. Las partes integrantes o extensionales
son transgenéricas, dado que se dan en varios géneros (hay personajes tanto en
la narración como en el teatro). Las partes constituyentes o distintivas tienen
que ver con los rasgos que hacen que la obra sea la que es, que la constituyen
como tal y la diferencian de las demás: «son partes constituyentes aquellas que
se identifican como distintivas o singulares de esa totalidad (al margen de
cánones y paradigmas), partes que constituyen los accidentes en virtud de los
cuales es posible individualizar tal o cual objeto» (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2.2.2). Se trata, por ejemplo, del personaje de don Quijote en la
novela que lleva su nombre, que es un prototipo que se reproduce en otras obras
literarias. Estas partes son subgenéricas, puesto que se dan en una especie del
género.
Habiéndonos referido ya a
las totalidades y a las partes, vamos ahora a exponer someramente la figura
gnoseológica de la clasificación, que permite «construir términos a partir de
relaciones [T<R]» (Maestro, 2017-2022: III, 7.2), por ejemplo, el término
«novela picaresca» se construye a través de las relaciones que se establecen
entre el Lazarillo, La pícara Justina, El buscón, etc. Según si la clasificación es ascendente o
descendente (si va de la parte al todo o del todo a la parte), por un lado, y
atributiva o distributiva, por otro, se establecen cuatro tipos de
clasificaciones: tipologías (ascendentes y distributivas), taxonomías
(descendentes y distributivas), agrupamientos (ascendentes y distributivos) y
desmembramientos (descendentes y atributivos) (Maestro, 2017-2022: III,
7.2). Volveremos a retomar estos conceptos unos párrafos más adelante. Si bien
las teorías genológicas tradicionales han empleado profusamente las
clasificaciones, con frecuencia han elaborado clasificaciones «acríticas e inasimilables,
cuya sistematicidad se desvanece en su enfrentamiento mismo con la realidad de
los hechos literarios» (Maestro, 2017-2022: III, 7.3); la Crítica de la razón literaria no aborda
el estudio de los géneros a partir de clasificaciones, sino tal como vamos a
exponer al final de este apartado.
Una vez se han comprendido las
totalidades, las partes y las distintas clasificaciones existentes, hay que
explicar las esencias plotinianas, que hemos mencionado en los párrafos
anteriores. Las esencias plotinianas se desarrollan en tres fases: núcleo,
cuerpo y curso. El núcleo se corresponde con la esencia: es «lo inmutable de la
esencia» (Maestro,
2017-2022: III, 7.4) y se mantiene presente a lo largo del desarrollo
del cuerpo y del curso. El cuerpo es lo que rodea al núcleo, pero no de forma
«accesoria o accidental, sino fundamental y esencial, ya que […] está en
contacto directo interactivo y dialéctico, […] con el núcleo» (Maestro, 2017-2022: III,
7.4). El curso es «la materialización histórica del cuerpo» (Maestro, 2017-2022: III,
7.4), es decir, un desarrollo posterior al cuerpo. Hay que recalcar que, si
bien el núcleo se mantiene, a lo largo de su desarrollo en cuerpo y curso,
sufre cambios y alteraciones: «La esencia, pues, no permanece inmutable» (Maestro, 2017-2022: III,
7.4).
De entrada, esta es una
perspectiva completamente diferente de la que plantean las esencias
porfirianas, pero ahondemos ahora en las diferencias entre ambas concepciones
de los géneros literarios y en la superioridad que las esencias plotinianas
suponen para la teoría genológica.
En primer lugar, la diferencia
básica que puede señalarse entre la concepción porfiriana y plotiniana de los
géneros es que la primera se centra en las diferencias, mientras que la segunda
lo hace en los elementos comunes. Las esencias porfirianas «se codifican de
acuerdo con la diferencia específica» (Maestro, 2017-2022: III,
7.2),
lo que da lugar a las ramificaciones que comentamos en el segundo apartado de
este trabajo. En cambio, las esencias plotinianas se enfocan en las
características comunes, pero, sobre todo, en el «orden genético» entre las
especies (Maestro,
2017-2022: III, 7.4), es decir, lo importante no es que las partes de un todo
sean parecidas, sino que tengan un origen común.
En palabras del mismo Plotino, «Los
heráclidas pertenecen al mismo género, no porque se asemejen entre sí, sino
porque todos descienden de un mismo tronco» (Maestro, 2017-2022: III,
7.1.2.1.4). Así pues, las esencias plotinianas permiten ir a las
características comunes de los géneros literarios, que se reproducen en las
especies y las obras que los forman, a la vez que hacen hincapié en el origen
común de las partes del género.
En segundo lugar, la concepción
porfiriana es distributiva, por lo que genera ramificaciones, arborescencias, y
se basa en clasificaciones distributivas como las tipologías y las taxonomías.
En cambio, la concepción plotiniana es atributiva y actúa mediante
agrupamientos y desmembramientos, que son asimismo atributivos. En
consecuencia, las esencias plotinianas se adaptarán mejor a la literatura
concebida como una totalidad atributiva cuyas partes no son intercambiables.
En tercer lugar, hemos señalado
en el segundo apartado que las esencias porfirianas toman como referencia la
especie y la identifican con el género. Por el contrario, las esencias
plotinianas toman como referencia el género, a partir del cual consideran que
evolucionan las distintas especies (Maestro, 2017-2022: III, 7.4). Esto
presenta una ventaja porque permite ver más allá de la especie e integrarla en
una totalidad amplia, de manera que pueden verse las relaciones y similitudes
entre distintas obras que forman un género.
En cuarto lugar, según las esencias
porfirianas, los géneros se definen de forma estática, detenidos en el tiempo,
como conjuntos de rasgos fijados que no evolucionan a lo largo del tiempo,
mientras que las esencias plotinianas los conciben, como ya acabamos de exponer
más arriba, como totalidades que evolucionan, que cambian, por lo que «se exige
su interpretación e inteligibilidad desde criterios dinámicos, de transmisión y
transformación históricas, sistemáticas y literarias» (Maestro, 2017-2022: III,
7.4). Por ello, si bien desde la concepción porfiriana no se concibe que un
soneto modernista como «Lo fatal», de Rubén Darío, sea un soneto, puesto que no
se adapta a la forma del soneto clásico, desde la concepción plotiniana se
entiende esta obra como una evolución de la especie del soneto. Esto
proporciona mucha más flexibilidad a la hora de analizar genológicamente obras
literarias que hayan evolucionado por derroteros distintos a los del género y
la especie en los que se inscriben y, sobre todo, permite «explicar cómo se mantiene su conexión más allá de sus
transmisiones y transformaciones» (Maestro, 2017-2022: III, 7.4).
En quinto lugar, tal como
hemos comentado ya en el segundo apartado, las esencias porfirianas abordan los
géneros literarios desde una perspectiva normativa, preceptiva. Las esencias
plotinianas no actúan así, por lo que son mucho más flexibles para estudiar los
géneros literarios, sobre todo para las obras protéticas que no se adaptan a la
forma preceptiva o normativa de la especie o del género a los que pertenecen.
En sexto lugar, las
esencias porfirianas incluyen una obra literaria «dentro de una especie, la
cual, a su vez, resulta integrada dentro de una clase envolvente superior
llamada género» (Maestro, 2017-2022: III, 7.4). Esto hace que sea muy
difícil establecer conexiones transversales entre distintos géneros y especies
que puedan influir o confluir en una obra porque se trata de sistemas cerrados
«que no predican relaciones a otras clases de conjuntos» (Maestro, 2017-2022: III,
7.4). En cambio, las esencias plotinianas favorecen una «una conexión abierta y
crítica entre los diferentes géneros, especies y obras literarias, que no se
fosiliza en tipos o taxones» (Maestro, 2017-2022: III, 7.4), lo que permite
estudiar esas conexiones que se dan atravesando las distintas especies que
componen un género y las que lo hacen a través de distintos géneros porque pone
de manifiesto «las transducciones que operan […] las diferentes obras
literarias concretas, bien como especies literarias […], bien como géneros
literarios» (Maestro, 2017-2022: III, 7.4). De nuevo, esto permite una mayor
flexibilidad para abordar el estudio de obras de naturaleza compleja.
Finalmente, tras exponer
los fundamentos de la teoría holótica en que se basa la Crítica de la razón literaria y su concepción plotiniana de los
géneros literarios, pasaremos ahora a exponer su abordaje genológico. En él se
confrontan, dialécticamente y en symploké,
los conceptos de género, especie y obra (que se conciben como totalidades y se
sitúan en el eje horizontal); que, a su vez, se contraponen con los conceptos
de partes determinantes o intensionales, partes integrantes o extensionales y
partes constituyentes y distintivas (que se conciben como partes y se sitúan en
el eje vertical). Esto da lugar a una enéada de conceptos que quedan reunidos
en el cuadro de la perspectiva lógico-formal: la esencia o el canon, el
paradigma y el prototipo (partes determinantes o intensionales del género, de
la especie y de la obra respectivamente); el atributo o metro, la facultad y la
característica (partes integrantes o extensionales del género, de la especie y
de la obra respectivamente); y la potencia, la propiedad y el accidente (partes
constituyentes o distintivas del género, de la especie y de la obra
respectivamente). En el siguiente apartado expondremos cada uno de estos
conceptos junto con el análisis que llevaremos a cabo del soneto de Quevedo.
El cuadro de la perspectiva
lógico-formal, cuya aplicación práctica se ilustra en el cuadro de la
perspectiva lógico-material con el Quijote,
permite abordar con flexibilidad el análisis de una obra concreta a partir del
género, la especie y la obra, así como a partir de las partes determinantes,
integrantes y constituyentes. Asimismo, este cuadro permite ver en qué reside
la originalidad de una obra concreta, que se encarna en la «facultad», a la que
haremos referencia en el siguiente apartado. No obstante, lo capital es que se
trata de una herramienta clara y precisa pero a su vez muy flexible, pues
permite analizar genológicamente una novela como el Quijote, que para las demás teorías genológicas es inclasificable.
Esto es una prueba de la potencia interpretativa de la teoría genológica de la Crítica de la razón literaria.
4. Análisis genológico del soneto de Quevedo
«Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida»
Tras haber expuesto los fundamentos de la teoría
genológica de la Crítica de la razón literaria
y su superioridad respecto a otras teorías de enfoque porfiriano, en este
apartado vamos a analizar el soneto de Quevedo que es objeto de este trabajo a
partir del cuadro de la perspectiva lógico-formal.
Huye sin percibirse, lento, el día,y la hora secreta y recatadacon silencio se acerca, y, despreciada,lleva tras sí la edad lozana mía.La vida nueva, que en niñez ardía,la juventud robusta y engañada,en el postrer invierno sepultada,yace entre negra sombra y nieve fría.No sentí resbalar, mudos, los años;hoy los lloro pasados, y los veoriendo de mis lágrimas y daños.Mi penitencia deba a mi deseo,pues me deben la vida mis engaños,y espero el mal que paso, y no le creo[1].
El primer elemento que hay que mencionar es la
esencia o canon, que se refiere a las partes determinantes del género, en este
caso, la poesía. Al ser una parte determinante o intensional del género, se da
en todas las especies del mismo, por lo que es una característica cogenérica
(Eg) (Maestro, 2017-2022: III, 7.5.2.1). En el caso de
«Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida» (Quevedo, s.
XVII/2002: 49), la esencia es tanto el verso como la presencia del «yo», es
decir, del hablante lírico, en el poema.
El atributo o metro hace referencia a las partes
integrantes o extensionales que están presentes en el género, que son
transgenéricas porque están presentes en varias especies dentro de un género.
El atributo que destaca en este poema es la narración que se da en los dos
primeros cuartetos, cuyo narrador es el hablante lírico que se hace visible en
los dos tercetos. Esto hace que el presente soneto sea una combinación de
lírica y narración.
En tercer lugar, la potencia son las partes
constituyentes o distintivas en relación con el género. En el presente soneto,
las potencias son, por un lado, las posibilidades líricas de la obra como
expresión de los pensamientos y sentimientos del hablante lírico; y, por otro,
sus posibilidades parenéticas, puesto que el poema es una advertencia contra el
engaño de la juventud desde una perspectiva estoica. Tanto dichas posibilidades
líricas como parenéticas nos remiten a la combinación de lo lírico y de lo
narrativo que hemos comentado en los dos párrafos anteriores.
En cuanto al paradigma, se trata de los rasgos
determinantes o intensionales de la especie. En este caso, la especie a la que
pertenece la obra en cuestión es el soneto, que, como ya hemos indicado
anteriormente, no es un género, sino una especie dentro del género de la
poesía. El paradigma, pues, es la estructura métrica clásica del soneto:
catorce versos endecasílabos estructurados en dos cuartetos y dos tercetos,
cuya rima consonante se da siguiendo el esquema clásico ABBA ABBA CDC DCD.
La facultad designa los rasgos integrantes o extensionales
de la especie. En concreto, la facultad es «un paradigma subvertido por un
autor en la composición de una obra concreta» (Maestro, 2017-2022: III, 7.5.2.1). En este caso, la
facultad sería la visión cínica que se plantea en el soneto, puesto que, a
pesar de que la palabra «arrepentimiento» se menciona en el título, en el
contenido del soneto no se expresa como tal el arrepentimiento ni ningún deseo
del hablante lírico de haber actuado de otro modo durante la juventud. En
concreto, respecto al verso «Mi penitencia deba a mi deseo» (Quevedo, s.
XVII/2002: 50), queda patente que, a pesar de la penitencia que provoca el
deseo, es decir, a pesar del sufrimiento, el hablante lírico no se arrepiente del deseo, aunque deba penar por
él.
La propiedad remite a los rasgos constituyentes o
distintivos de la especie. Se trata de una parte subgenérica porque su función
es distinguir la obra dentro de su especie. En este soneto, la propiedad es la
visión crítica de la juventud, «la juventud robusta, y engañada», desde la
senectud, «en el postrer invierno sepultada» (Quevedo, s. XVII/2002: 49). Desde
su vejez, el hablante lírico contempla su juventud y considera que está
sometida al engaño. No se trata de una visión idealizada de esta etapa de la
vida, sino todo lo contrario.
El prototipo son los rasgos determinantes o
intensionales desde el punto de vista de la obra literaria, «pero legibles e
interpretables en relación intertextual con otras obras» (Maestro, 2017-2022: III, 7.5.2.1). En este caso, el
prototipo de este soneto sería el tópico tempus
fugit, que aparece en numerosos sonetos de Quevedo (como el soneto «Que la
vida es siempre breve y fugitiva», entre tantos) y de otros autores barrocos,
también como parte intensional.
La característica designa los rasgos integrantes o
extensionales de una obra dentro de la propia obra, «legibles o interpretables
en relación intertextual con otras obras» (Maestro, 2017-2022: III, 7.5.2.1). En este caso, la
característica sería la idea del desengaño, que forma parte extensional de
numerosas obras literarias de todo el ámbito hispánico.
Finalmente, el accidente se refiere a los rasgos
constituyentes o distintivos de una obra en sí misma, pero también relacionados
intertextualmente con otras obras. Aunque los accidentes son partes materiales,
porque están presentes en distintas obras literarias, en la propia obra, son
partes formales (pues, sin ellos, la obra no sería la misma) (Maestro, 2017-2022: III, 7.5.2.1). Los accidentes de
este poema son las figuras retóricas que constituyen sus partes formales, como
la metáfora del invierno como vejez, «nieve fría» (Quevedo, s. XVII/2002: 49),
que se encuentra presente en muchos autores, como en el poema XXIII de
Garcilaso (s. XVI/2004): «cubra de nieve la hermosa cumbre». Otro accidente es la
idea del tiempo que resbala, que también está presente en el poema «A la
brevedad de la vida» de Quevedo: «¡Cómo de entre mis manos te resbalas!»
(Quevedo, s. XVII/2003: folio 1).
5. Conclusión
A lo largo de este artículo hemos planteado la
concepción porfiriana de los géneros literarios y las desventajas que suponen
las teorías que se basan en dicha concepción debido a la isovalencia que
establece entre el género y la especie, que provoca la multiplicación de los
géneros y la consiguiente invisibilidad de sus influencias mutuas; al énfasis
en la diferencia específica, que provoca que surjan arborescencias y
ramificaciones de forma infinita que tienen un valor distributivo y cuyas
características comunes son imposibles de discernir; y a la negación de que los
géneros literarios tengan características cambiantes, lo que supone una visión
estática, rígida y demasiado teoreticista, por lo que sirve para obras
diatéticas pero no protéticas.
A continuación, hemos presentado los fundamentos de
la teoría holótica de la Crítica de la
razón literaria —los tipos de totalidades y de partes— y las ventajas de la
concepción plotiniana de los géneros literarios que esta defiende, que son la
consideración de la literatura como totalidad atributiva, centrada y
unigenista; el énfasis en los rasgos comunes; la concepción dinámica y flexible
y no preceptiva de los géneros; y la conexión que establece entre géneros,
especies y obras. Todo ello nos ha permitido desembocar en el cuadro de la perspectiva
lógico-formal para seguidamente emplearlo en el análisis de «Arrepentimiento y
lágrimas debidas al engaño de la vida».
El análisis de este soneto de Quevedo a partir de
los presupuestos de la Crítica de la
razón literaria es una prueba fehaciente de la potencia interpretativa de
esta teoría, que nos proporciona una herramienta flexible pero a su vez
completa y clara para analizar los géneros literarios.
6. Bibliografía
6.1. Bibliografía literaria
- Quevedo, Francisco de (s. XVII), Antología poética, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,
2002. Edición digital basada en la 5ª. ed. de Madrid, Espasa Calpe, 1967. Edición
de Roque Esteban Scarpa.
- Quevedo, Francisco de (s. XVII), Sonetos de Quevedo, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,
2003. Edición de Ramón García González.
- Vega, Garcilaso de la (s. XVI), Sonetos, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,
2004. Edición de Ramón García González.
6.2. Bibliografía metodológica
- Maestro, Jesús G. (2017-2022), Crítica de
la razón literaria: una Teoría de la Literatura científica, crítica y
dialéctica. Tratado de investigación científica, crítica y dialéctica sobre los
fundamentos, desarrollos y posibilidades del conocimiento racionalista de la
literatura, Vigo,
Editorial Academia del Hispanismo, 2022, 10ª ed. digital definitiva disponible
en línea.
- Maestro, Jesús G. (2023), «Un soneto de Quevedo a “la
juventud robusta y engañada” para interpretar los géneros literarios», en línea.
6.3. Bibliografía aberrante
- Paz, Octavio (1972), El arco y la lira, México, Fondo de Cultura Económica.
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NOTA
[1] Francisco de Quevedo, Poemas escogidos, Madrid, Castalia, 1987, pp. 55-56. Edición de José Manuel Blecua.
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